Hay veces que estás tan absorto en la actividad que estás haciendo, que te olvidas completamente de ti mismo.
Sí, pero no es que tú estés absorto: sólo hay absorción.
Sin embargo, después, cuando sales de ese estado, por así decirlo, te acuerdas de que te has quedado absorto.
Porque reaparece el “yo”.
Entonces, supongo que se podría decir: “¡Quién estuviera absorto!”.
Sí, suele deberse a que ese ansiado despojarse del “yo” se manifiesta en forma de distracción, dentro de la película.
Somos justamente tal y como somos –eso es lo que tú dices- y el “yo” es parte íntegra de todo eso.
Sí, es un elemento natural del decorado. No hay ninguna necesidad de despojarse del “yo”, sencillamente se le quita la máscara.
Simplemente, se ve el “yo” tal y como es realmente.
Sí,
se constata que la tensión producida por la identificación con el “yo”
es lo que motiva la búsqueda de distracción o de escape. Pero, cuando se
ve en qué consiste realmente el “yo”, el guión se vive en el presente. A
veces puede resultar incómodo.
Y ese “sentirse
incómodo” es lo que provoca toda esa sensación de: No quiero esto:
quiero algo más. Quiero llegar de A a B”, es decir, el deseo de salirse
de esto y de conseguir otra cosa.
Sí, surge la incomodidad y, cada vez que se asume el “yo” –“Estoy incómodo”-, el “yo” quiere salir, escaparse.
Pero no hay forma de escaparse.
No hay nadie para escaparse: no es más que una idea.
Pero ¿por qué la consciencia opta por olvidarse tan completamente de sí misma?
No
hay absolutamente ninguna razón, de la misma forma que no hay ninguna
razón para que se proyecte una imagen en la pantalla. Simplemente, está
ahí: son una serie de imágenes que, aparentemente, constituyen un
relato, pero no son más que una serie de imágenes encadenadas que
aparecen en la consciencia.
Nathan Gill
Si todo lo que hay es Conciencia, si sólo hay Conciencia, entonces ¿por qué o para qué sigues buscando? Nathan Gill
martes, 27 de diciembre de 2011
Diálogo 5.10
Ésa es su absoluta sencillez: consciencia y su contenido… consciencia
y contenido: los dos aspectos de la Unidad, de la Plenitud, del
presente, de Lo-Que-Es; y la búsqueda de un recordar permanente es lo
que constituye la obra de teatro.
Y nos creemos que eso es “ser consciente”.
Sí.
Resulta increíble cuando lees que todos los objetos que son aparentemente consistentes, en realidad, son básicamente espacio, energía… Pero eso es otra historia, ¿verdad?
Sí, es interesante pero la cualidad embelesadora de la película vuelve a prevalecer y uno se involucra en un relato de científicos y átomos.
Pero, desde dentro de la película, resulta fascinante que los videntes de la antigüedad fueran, supuestamente, capaces de ver lo que hoy en día están descubriendo nuestros científicos. Desde dentro de la película, es fascinante que, mil años después, se estén redescubriendo los mismos conocimientos, y uno se pregunta: “¿Cómo harían esos hombres para conseguir ver todo eso sin generadores de partículas?”.
Sí, es tan fascinante que pasa desapercibido que se trata de un cuento que surge en el momento presente; que toda esa “historia de la antigüedad” aparece en el presente en forma de un cuento que tiene la capacidad de embelesar. Hay una tendencia constante por fascinarse con la película y pasar por alto el hecho de que autodefinirse como el “yo” constituye la base de toda esta divagación.
Desde luego, pero hay cosas del contenido que resultan fascinantes.
Por supuesto, pero la naturaleza de esta escena de la película de la vida, hoy, aquí, consiste en que se te está recordando tu verdadera naturaleza, gracias a lo cual se puede desenmascarar el embelesamiento que produce el fascinante guión de la película.
Pero si se produce una distracción es porque eso es “lo que existe”. ¿Al fin y al cabo, la distracción no es como cualquier otra cosa?
Efectivamente, no es que sea necesario reconocer nuestra verdadera naturaleza pero aquí estamos hablando desde el contexto de la Unidad que se plasma con la forma de una habitación llena de personajes que buscan la Unidad, y por eso surge el tema de agotar la búsqueda. En una reunión como ésta, es como si apareciera un agujero en lo que solemos considerar “la realidad”. Podríamos distraernos poniéndonos a hablar de todo tipo de cosas fascinantes y pasamos así toda la tarde.
Y eso daría igual, ¿no?
Sí, daría igual, pero en cuanto salieras de aquí, de camino a casa, seguramente pensarías: “¡Menudo camelo de reunión!”. (Todos ríen.)
Nathan Gill
Y nos creemos que eso es “ser consciente”.
Sí.
Resulta increíble cuando lees que todos los objetos que son aparentemente consistentes, en realidad, son básicamente espacio, energía… Pero eso es otra historia, ¿verdad?
Sí, es interesante pero la cualidad embelesadora de la película vuelve a prevalecer y uno se involucra en un relato de científicos y átomos.
Pero, desde dentro de la película, resulta fascinante que los videntes de la antigüedad fueran, supuestamente, capaces de ver lo que hoy en día están descubriendo nuestros científicos. Desde dentro de la película, es fascinante que, mil años después, se estén redescubriendo los mismos conocimientos, y uno se pregunta: “¿Cómo harían esos hombres para conseguir ver todo eso sin generadores de partículas?”.
Sí, es tan fascinante que pasa desapercibido que se trata de un cuento que surge en el momento presente; que toda esa “historia de la antigüedad” aparece en el presente en forma de un cuento que tiene la capacidad de embelesar. Hay una tendencia constante por fascinarse con la película y pasar por alto el hecho de que autodefinirse como el “yo” constituye la base de toda esta divagación.
Desde luego, pero hay cosas del contenido que resultan fascinantes.
Por supuesto, pero la naturaleza de esta escena de la película de la vida, hoy, aquí, consiste en que se te está recordando tu verdadera naturaleza, gracias a lo cual se puede desenmascarar el embelesamiento que produce el fascinante guión de la película.
Pero si se produce una distracción es porque eso es “lo que existe”. ¿Al fin y al cabo, la distracción no es como cualquier otra cosa?
Efectivamente, no es que sea necesario reconocer nuestra verdadera naturaleza pero aquí estamos hablando desde el contexto de la Unidad que se plasma con la forma de una habitación llena de personajes que buscan la Unidad, y por eso surge el tema de agotar la búsqueda. En una reunión como ésta, es como si apareciera un agujero en lo que solemos considerar “la realidad”. Podríamos distraernos poniéndonos a hablar de todo tipo de cosas fascinantes y pasamos así toda la tarde.
Y eso daría igual, ¿no?
Sí, daría igual, pero en cuanto salieras de aquí, de camino a casa, seguramente pensarías: “¡Menudo camelo de reunión!”. (Todos ríen.)
Nathan Gill
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Diálogo 5.9
Entonces, si seguimos con la analogía de la pantalla de cine,
podríamos decir que puedes contemplar todos los problemas en esa
pantalla pero ya no son tuyos.
Exacto.
Lo que pasa es que, aunque se esté viendo una película, uno puede seguir empalizando e identificándose con lo que ve.
Te puedes involucrar completamente y, por esa razón, parece que son “tus” problemas.
O sea que es como si, cuando estás en el cine, te metes tanto en la película que te olvidas de ti mismo.
Si.
Te “metes” completamente en la película pero, a veces, puedes “salirte” mentalmente y pensar: “Acuérdate de que estás viendo una película”, como cuando alguien desenvuelve un caramelo o lo que sea, y el ruido del papel te saca de la película.
Así es, exactamente. ¡Eso es lo que está pasando hoy aquí, que has ido al cine y hay alguien que no para de hacer ruido desenvolviendo caramelos! (Todos ríen.)
Entonces, ¿cómo podemos acordarnos de hacer ruido desenvolviendo caramelos?
“Tú” no te puedes acordar. Ese “tú” es el embelesamiento que desaparece cuando se produce el ruido al desenvolver el caramelo y eso se introduce en la película del reconocimiento de tu verdadera naturaleza; en otras ocasiones, estás inmersa en ella. El hecho de desenvolver los caramelos sucede cuando sucede: no se puede escoger cuándo.
Supongo que la pregunta, en cierto modo, es: “¿Qué es lo que lo convierte en permanente?”.
Nada lo convierte en permanente.
Dentro de la película, la búsqueda de la “permanencia” se traduce en una agitación que parece impedir dicha permanencia. Ni tú ni nadie hace nada ahí: todo sucede espontáneamente.
¿Podemos reconocer nuestra propia naturaleza leyendo este mensaje en un libro o escuchándolo en una grabación a tres mil kilómetros de aquí?
Por supuesto, no hay ninguna necesidad de estar en la habitación en la que un personaje está diciendo todo esto, aunque puede dar la sensación de que eso constituye una ayuda. Con respecto a la película, no parece que la lectura de todos esos libros sobre la no dualidad, el advaita y demás, ofrezca tantas “ventajas” como el hecho de interactuar directamente con alguien. Desde el punto de vista del que está identificado con el personaje, el libro puede pasar a ser, perfectamente, un elemento más del relato del “yo” hasta el punto de pensar: “me he iluminado” o “He despertado”.
Sin embargo, cuando estamos en una habitación, en ese cine en el que se escucha el ruido de los envoltorios de los caramelos, no resulta fácil que pase a constituir un elemento más del relato como en el caso del libro porque, aquí, siempre se te recuerda tu verdadera naturaleza de forma directa. Se da la vuelta a todas las preguntas para apuntar hacia la Unidad, hacia el presente: las preguntas suelen incluir un componente del “yo” pero las respuestas que se obtienen no provienen de ese punto de vista. El hecho de apuntar hacia algo de forma directa e inmediata siempre consigue socavar al “yo”.
Nathan Gill
Exacto.
Lo que pasa es que, aunque se esté viendo una película, uno puede seguir empalizando e identificándose con lo que ve.
Te puedes involucrar completamente y, por esa razón, parece que son “tus” problemas.
O sea que es como si, cuando estás en el cine, te metes tanto en la película que te olvidas de ti mismo.
Si.
Te “metes” completamente en la película pero, a veces, puedes “salirte” mentalmente y pensar: “Acuérdate de que estás viendo una película”, como cuando alguien desenvuelve un caramelo o lo que sea, y el ruido del papel te saca de la película.
Así es, exactamente. ¡Eso es lo que está pasando hoy aquí, que has ido al cine y hay alguien que no para de hacer ruido desenvolviendo caramelos! (Todos ríen.)
Entonces, ¿cómo podemos acordarnos de hacer ruido desenvolviendo caramelos?
“Tú” no te puedes acordar. Ese “tú” es el embelesamiento que desaparece cuando se produce el ruido al desenvolver el caramelo y eso se introduce en la película del reconocimiento de tu verdadera naturaleza; en otras ocasiones, estás inmersa en ella. El hecho de desenvolver los caramelos sucede cuando sucede: no se puede escoger cuándo.
Supongo que la pregunta, en cierto modo, es: “¿Qué es lo que lo convierte en permanente?”.
Nada lo convierte en permanente.
Dentro de la película, la búsqueda de la “permanencia” se traduce en una agitación que parece impedir dicha permanencia. Ni tú ni nadie hace nada ahí: todo sucede espontáneamente.
¿Podemos reconocer nuestra propia naturaleza leyendo este mensaje en un libro o escuchándolo en una grabación a tres mil kilómetros de aquí?
Por supuesto, no hay ninguna necesidad de estar en la habitación en la que un personaje está diciendo todo esto, aunque puede dar la sensación de que eso constituye una ayuda. Con respecto a la película, no parece que la lectura de todos esos libros sobre la no dualidad, el advaita y demás, ofrezca tantas “ventajas” como el hecho de interactuar directamente con alguien. Desde el punto de vista del que está identificado con el personaje, el libro puede pasar a ser, perfectamente, un elemento más del relato del “yo” hasta el punto de pensar: “me he iluminado” o “He despertado”.
Sin embargo, cuando estamos en una habitación, en ese cine en el que se escucha el ruido de los envoltorios de los caramelos, no resulta fácil que pase a constituir un elemento más del relato como en el caso del libro porque, aquí, siempre se te recuerda tu verdadera naturaleza de forma directa. Se da la vuelta a todas las preguntas para apuntar hacia la Unidad, hacia el presente: las preguntas suelen incluir un componente del “yo” pero las respuestas que se obtienen no provienen de ese punto de vista. El hecho de apuntar hacia algo de forma directa e inmediata siempre consigue socavar al “yo”.
Nathan Gill
martes, 22 de noviembre de 2011
Diálogo 5.8
Mientras escucho esta charla, lo tengo todo claro: lo
reconozco y me siento genial. Pero, entonces, suena el teléfono o voy a
una cena y vuelvo a meterme en el “yo”. ¿Por qué no permanece la
claridad anterior? Sé que está aquí permanentemente pero los nubarrones
del “yo”, el “yo”, el “yo”… son densos y vienen muy rápido. Tanto tú
como otras personas decís que no es necesario realizar prácticas
espirituales. No es que yo realice ninguna práctica pero me lo estoy
planteando porque, la mayor parte del tiempo, me siento atrapada. ¿Hay
algo que funcione para que una pueda sentir su verdadera naturaleza?
No. (Todos ríen.)
Ese “yo” –ese pensamiento del “yo” que lleva a cuestas esos otros pensamientos de sacar a la luz tu verdadera naturaleza- es una película, una aparición en tu verdadera naturaleza. Aparentemente, esta película trata del reconocimiento de la Unidad, de abandonarse en el desahogo de la existencia que, de por sí, es lo único que existe pero que, simplemente, se reconoce por medio de esa película.
Te entiendo perfectamente, pero mi experiencia de la vida no acaba de coincidir con eso. Mi vida transcurre principalmente sumida en ese “olvido” y, a veces, las nubes se retiran durante un tiempo. Es cierto que muchas veces la luz recae sobre ese objeto autodenominado el “yo” pero, cuando salgo por ahí, mi verdadera naturaleza queda velada.
Ese recordar y olvidar es la película. Es posible que aflore el desahogo de si el “yo” existe o no. Cuando aparece, sencillamente queda desenmascarado: ya no se le toma en serio.
Entonces, cuando surge, te paras y te quedas mirándolo.
Puede que suceda eso como parte del guión.
¿Es algo natural, como la autoindagación, que se produce de forma natural?
Sí, como todo, sucede de forma natural, de forma espontánea. Puede que suceda algo denominado “autoindagación” o “investigación del yo” pero no existe un sujeto que se indague o investigue.
Cuando este mensaje empieza a introducirse en el guión de la película, la búsqueda comienza a diluirse y se siente alivio y desahogo, pero no hay una respuesta a los problemas aparentes que se plantean en el guión. Mientras se asuma que tu naturaleza es ese “yo”, se intentará afrontar los problemas y solucionarlos –y por cada problema que se solucione surgirá otro nuevo-. La verdadera paz o el verdadero alivio sólo se revela cuando empieza a aflorar el reconocimiento de tu verdadera naturaleza porque, aunque siga habiendo “problemas”, ya no te identificas con ellos.
Nathan Gill
No. (Todos ríen.)
Ese “yo” –ese pensamiento del “yo” que lleva a cuestas esos otros pensamientos de sacar a la luz tu verdadera naturaleza- es una película, una aparición en tu verdadera naturaleza. Aparentemente, esta película trata del reconocimiento de la Unidad, de abandonarse en el desahogo de la existencia que, de por sí, es lo único que existe pero que, simplemente, se reconoce por medio de esa película.
Te entiendo perfectamente, pero mi experiencia de la vida no acaba de coincidir con eso. Mi vida transcurre principalmente sumida en ese “olvido” y, a veces, las nubes se retiran durante un tiempo. Es cierto que muchas veces la luz recae sobre ese objeto autodenominado el “yo” pero, cuando salgo por ahí, mi verdadera naturaleza queda velada.
Ese recordar y olvidar es la película. Es posible que aflore el desahogo de si el “yo” existe o no. Cuando aparece, sencillamente queda desenmascarado: ya no se le toma en serio.
Entonces, cuando surge, te paras y te quedas mirándolo.
Puede que suceda eso como parte del guión.
¿Es algo natural, como la autoindagación, que se produce de forma natural?
Sí, como todo, sucede de forma natural, de forma espontánea. Puede que suceda algo denominado “autoindagación” o “investigación del yo” pero no existe un sujeto que se indague o investigue.
Cuando este mensaje empieza a introducirse en el guión de la película, la búsqueda comienza a diluirse y se siente alivio y desahogo, pero no hay una respuesta a los problemas aparentes que se plantean en el guión. Mientras se asuma que tu naturaleza es ese “yo”, se intentará afrontar los problemas y solucionarlos –y por cada problema que se solucione surgirá otro nuevo-. La verdadera paz o el verdadero alivio sólo se revela cuando empieza a aflorar el reconocimiento de tu verdadera naturaleza porque, aunque siga habiendo “problemas”, ya no te identificas con ellos.
Nathan Gill
Diálogo 5.7
Después de la liberación...
La liberación no existe. (Todos ríen)
Después de tomar conciencia de nuestra verdadera naturaleza, tú...
Siempre es el presente. No hay ni un "antes" ni un "después": siempre es el presente. Por tanto diremos: "En el reconocimiento presente de nuestra verdadera naturaleza".
En el reconocimiento presente de nuestra verdadera naturaleza… (Más risas)
Fíjate en la sutilidad con la que surge el lenguaje hablado en calidad de extensión del pensamiento proyectado hacia fuera.
…Y como nos mantiene atrapados.
No hay nada que pueda mantenerte atrapado. Tu verdadera naturaleza es Unidad. La Unidad nunca está atrapada, pero los pensamientos y el lenguaje hablado aparentan fomentar sutilmente la inmersión en el guión: el embelesamiento.
Nathan Gill
La liberación no existe. (Todos ríen)
Después de tomar conciencia de nuestra verdadera naturaleza, tú...
Siempre es el presente. No hay ni un "antes" ni un "después": siempre es el presente. Por tanto diremos: "En el reconocimiento presente de nuestra verdadera naturaleza".
En el reconocimiento presente de nuestra verdadera naturaleza… (Más risas)
Fíjate en la sutilidad con la que surge el lenguaje hablado en calidad de extensión del pensamiento proyectado hacia fuera.
…Y como nos mantiene atrapados.
No hay nada que pueda mantenerte atrapado. Tu verdadera naturaleza es Unidad. La Unidad nunca está atrapada, pero los pensamientos y el lenguaje hablado aparentan fomentar sutilmente la inmersión en el guión: el embelesamiento.
Nathan Gill
Diálogo 5.6
Hablamos de “consciencia” pero eso también es un concepto, obviamente.
Ahora mismo, hay consciencia: existe el hecho de constatar que hay una pared, un cuerpo, un pensamiento. A ese “constatar” se refiere el concepto de “consciencia”. Como la consciencia no tiene ninguna cualidad, pasa desapercibida. La consciencia es lo que ahora mismo esta mirando y aquello que está constatando: el aspecto de consciencia de tu verdadera naturaleza. Ese hecho de constatar y aquello que se constata no son conceptos: están en el presente, son evidentes. Recurrir al pensamiento, por tanto, no es necesario.
Entonces, ¿es casi como crear el hábito de observar al “yo”?
Como parte de la película, puede que se establezca el “hábito” de observar al “yo” pero, evidentemente, en el guión, el desarrollo de ese hábito no es más que el reconocimiento de que tu verdadera naturaleza es Plenitud que se introduce de esa manera en el guión: con la forma de un relato en el que hay un personaje que observa algo.
¿Y tú lo revistes de un cuento?
“Tú” eres el cuento.
Nathan Gill
Ahora mismo, hay consciencia: existe el hecho de constatar que hay una pared, un cuerpo, un pensamiento. A ese “constatar” se refiere el concepto de “consciencia”. Como la consciencia no tiene ninguna cualidad, pasa desapercibida. La consciencia es lo que ahora mismo esta mirando y aquello que está constatando: el aspecto de consciencia de tu verdadera naturaleza. Ese hecho de constatar y aquello que se constata no son conceptos: están en el presente, son evidentes. Recurrir al pensamiento, por tanto, no es necesario.
Entonces, ¿es casi como crear el hábito de observar al “yo”?
Como parte de la película, puede que se establezca el “hábito” de observar al “yo” pero, evidentemente, en el guión, el desarrollo de ese hábito no es más que el reconocimiento de que tu verdadera naturaleza es Plenitud que se introduce de esa manera en el guión: con la forma de un relato en el que hay un personaje que observa algo.
¿Y tú lo revistes de un cuento?
“Tú” eres el cuento.
Nathan Gill
Diálogo 5.5
Cuando dices: “Las cosas simplemente suceden”, a mí me da la
sensación de que le pasan a “alguien” y también de que, en cierto modo,
juego un papel decisivo en cosas como, por ejemplo, coger el coche y
conducir. Ahí se siente claramente un “yo”.
Sí, esa clara sensación del “yo” es el sentido funcional de la existencia que surge a diario en conjunción con la ubicación del cuerpo con el fin de que nos podamos desenvolver en la vida cotidiana de la película. El “yo” del que solemos hablar aquí es el pensamiento del “yo” que, al asumirse como propio, constituye la base de la autoconciencia psicológica que es, a su vez, el relato de una vida que se prolonga en el pensamiento, en el tiempo.
A veces sí que lo “veo” así.
Sí, ese “ver” puede ir y venir: es probable que el “yo” siga apareciendo y desapareciendo porque ésa es la naturaleza del guión de la vida. El “yo” puede desaparecer completamente o, simplemente, quedar desenmascarado: todo eso es la película.
Como parte del guión, puede haber un impulso por investigar ese “yo”: entonces, se observa que no es más que un pensamiento, una idea; que la vida de ese personaje que parece prolongarse en el tiempo, en realidad, no existe fuera del momento presente. El presente –o la presencia- es tanto la consciencia como su contenido.
Nathan Gill
Sí, esa clara sensación del “yo” es el sentido funcional de la existencia que surge a diario en conjunción con la ubicación del cuerpo con el fin de que nos podamos desenvolver en la vida cotidiana de la película. El “yo” del que solemos hablar aquí es el pensamiento del “yo” que, al asumirse como propio, constituye la base de la autoconciencia psicológica que es, a su vez, el relato de una vida que se prolonga en el pensamiento, en el tiempo.
A veces sí que lo “veo” así.
Sí, ese “ver” puede ir y venir: es probable que el “yo” siga apareciendo y desapareciendo porque ésa es la naturaleza del guión de la vida. El “yo” puede desaparecer completamente o, simplemente, quedar desenmascarado: todo eso es la película.
Como parte del guión, puede haber un impulso por investigar ese “yo”: entonces, se observa que no es más que un pensamiento, una idea; que la vida de ese personaje que parece prolongarse en el tiempo, en realidad, no existe fuera del momento presente. El presente –o la presencia- es tanto la consciencia como su contenido.
Nathan Gill
domingo, 20 de noviembre de 2011
Diálogo 5.4
Para ti, ¿qué diferencia hay entre cuando tienes
pensamientos, cuando hay pensamientos y cuando yo tengo pensamientos?,
¿los ves como objetos?
Aparecen exactamente igual. Sin embargo, al verlos objetivamente, como parte del paisaje, su mensaje deja de tomarse en serio: no son más que un cuento y han perdido su capacidad de embelesar.
¿Es decir que no los ves como algo “tuyo”?
Ese “yo” que los reclamaría como “míos” también forma parte del paisaje. Sólo existe una consciencia abierta en la que aparecen y desaparecen todas las imágenes. Igual que te pasa a ti.
Es decir que, para ti, no existe ni “dentro” ni “fuera”.
Para “ti” tampoco existen “dentro” y “fuera”.
Pero a mí si que me lo parece.
Pero sólo te lo parece. Cuando se les quita la máscara a los pensamientos, incluido el pensamiento del “yo”, el guión de la película se vive con normalidad, de forma que ya no hay preocupación de si hay un “dentro” y un “fuera”, y todo lo demás.
No hay más que presencia y el guión que se va desarrollando, pero ya no hay embelesamiento, ya no se toma en serio.
Nathan Gill
Aparecen exactamente igual. Sin embargo, al verlos objetivamente, como parte del paisaje, su mensaje deja de tomarse en serio: no son más que un cuento y han perdido su capacidad de embelesar.
¿Es decir que no los ves como algo “tuyo”?
Ese “yo” que los reclamaría como “míos” también forma parte del paisaje. Sólo existe una consciencia abierta en la que aparecen y desaparecen todas las imágenes. Igual que te pasa a ti.
Es decir que, para ti, no existe ni “dentro” ni “fuera”.
Para “ti” tampoco existen “dentro” y “fuera”.
Pero a mí si que me lo parece.
Pero sólo te lo parece. Cuando se les quita la máscara a los pensamientos, incluido el pensamiento del “yo”, el guión de la película se vive con normalidad, de forma que ya no hay preocupación de si hay un “dentro” y un “fuera”, y todo lo demás.
No hay más que presencia y el guión que se va desarrollando, pero ya no hay embelesamiento, ya no se toma en serio.
Nathan Gill
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Diálogo 5.3
¿De verdad que los pensamientos no son más que flores en el jardín?
Sí, sólo son elementos del paisaje.
No son más que atributos de ese órgano que llamamos cerebro.
No, no. Ninguna imagen provoca que aparezca otra. Eso se da por sentado en el guión de la película.
Entonces, ¿el hecho de que broten pensamientos es un misterio absoluto?
Sí, como todo: es un misterio absoluto.
Sin embargo, solemos considerar que los pensamientos se encuentran “dentro” mientras que un árbol está “fuera”.
Al adoptar el pensamiento del “yo” como algo propio y convertir los demás pensamientos en “míos”, los pensamientos se perciben como algo intrínseco a la imagen de ese cuerpo y tenemos la sensación de que están “dentro”, en vez de percibirlos como un elemento del paisaje –como en el caso del árbol-.
Pero, si el pensamiento del “yo” y los demás pensamientos se ven objetivamente –igual que se ve el árbol-, ya no parece que los pensamientos estén “dentro”. ¿Dentro de qué? “Tú” no eres sólo un cuerpo. Tu verdadera naturaleza es la Unidad: nada y todo, consciencia y contenido, en los que se incluyen este cuerpo y todos los cuerpos, todas las imágenes, los pensamientos, las sensaciones… “Fuera” y “dentro” no existen. Todo aparece en el presente sobre la pantalla de la consciencia.
Nathan Gill
Sí, sólo son elementos del paisaje.
No son más que atributos de ese órgano que llamamos cerebro.
No, no. Ninguna imagen provoca que aparezca otra. Eso se da por sentado en el guión de la película.
Entonces, ¿el hecho de que broten pensamientos es un misterio absoluto?
Sí, como todo: es un misterio absoluto.
Sin embargo, solemos considerar que los pensamientos se encuentran “dentro” mientras que un árbol está “fuera”.
Al adoptar el pensamiento del “yo” como algo propio y convertir los demás pensamientos en “míos”, los pensamientos se perciben como algo intrínseco a la imagen de ese cuerpo y tenemos la sensación de que están “dentro”, en vez de percibirlos como un elemento del paisaje –como en el caso del árbol-.
Pero, si el pensamiento del “yo” y los demás pensamientos se ven objetivamente –igual que se ve el árbol-, ya no parece que los pensamientos estén “dentro”. ¿Dentro de qué? “Tú” no eres sólo un cuerpo. Tu verdadera naturaleza es la Unidad: nada y todo, consciencia y contenido, en los que se incluyen este cuerpo y todos los cuerpos, todas las imágenes, los pensamientos, las sensaciones… “Fuera” y “dentro” no existen. Todo aparece en el presente sobre la pantalla de la consciencia.
Nathan Gill
martes, 15 de noviembre de 2011
Diálogo 5.2
¿La comprensión intelectual de que “Lo único que existe es lo
que se está manifestando ahora mismo en la consciencia” no podría ser
una idea, una teoría, una opinión, una creencia o una fe, por así
decirlo, porque se vivencia ese “saber” innato?
Ese “saber” innato, que es nuestra verdadera naturaleza y que, inicialmente, se introduce en el guión en forma de reflejo en los pensamientos, es lo que llamamos comprensión. La comprensión intelectual es un proceso aparente del guión de la vida mientras que “saber” es esto, aquello donde y en forma de lo cual se plasma el guión. “Saber” es Unidad, libre de cualquier necesidad de conceptos y de significados.
Aquí, en este binomio cuerpo-mente, hay algo que está cada vez más convencido de que eso es así, algo que lo “experimenta”. Sin embargo, también hay algo que dice: “Puede que te estén lavando el cerebro porque te interesan mucho estos temas”.
Esa duda se desmorona cuando se está en el presente, con sus dos aspectos de consciencia y de su contenido brotando en el momento presente, que no pueden refutarse. Además, no se necesita que se crea en ellos. Cuando la atención deja de centrarse en lo que se comprende y en las creencias –todo lo cual forma parte del proceso del embelesamiento con el contenido-, lo que hay es descanso en forma de presente: lo único que existe, en realidad, en todo momento aunque, sencillamente, pasa desapercibido.
Puede que se perciba que hay consciencia, que toda esta identificación con el “yo”, que embelesa, se da porque el contenido aparece en la consciencia en este momento. Hay consciencia, ahora mismo, y su contenido surge integra y simultáneamente con ella: no requiere que se crea en nada particular.
De acuerdo. Por tanto, un pensamiento como: “Quizás existe el alma o algún tipo de desarrollo personal, algún tipo de evolución espiritual” equivale a pensar algo como: “No sé si he dejado puesto el freno de mano en el coche”.
Sí, con la salvedad de que el pensamiento: “No sé si he dejado puesto el freno de mano en el coche” es un poco más útil que el otro pensamiento porque ¡te puede llevar a comprobarlo antes de que tu coche se estrelle con el que está aparcado delante! (Todos ríen.)
Nathan Gill
Ese “saber” innato, que es nuestra verdadera naturaleza y que, inicialmente, se introduce en el guión en forma de reflejo en los pensamientos, es lo que llamamos comprensión. La comprensión intelectual es un proceso aparente del guión de la vida mientras que “saber” es esto, aquello donde y en forma de lo cual se plasma el guión. “Saber” es Unidad, libre de cualquier necesidad de conceptos y de significados.
Aquí, en este binomio cuerpo-mente, hay algo que está cada vez más convencido de que eso es así, algo que lo “experimenta”. Sin embargo, también hay algo que dice: “Puede que te estén lavando el cerebro porque te interesan mucho estos temas”.
Esa duda se desmorona cuando se está en el presente, con sus dos aspectos de consciencia y de su contenido brotando en el momento presente, que no pueden refutarse. Además, no se necesita que se crea en ellos. Cuando la atención deja de centrarse en lo que se comprende y en las creencias –todo lo cual forma parte del proceso del embelesamiento con el contenido-, lo que hay es descanso en forma de presente: lo único que existe, en realidad, en todo momento aunque, sencillamente, pasa desapercibido.
Puede que se perciba que hay consciencia, que toda esta identificación con el “yo”, que embelesa, se da porque el contenido aparece en la consciencia en este momento. Hay consciencia, ahora mismo, y su contenido surge integra y simultáneamente con ella: no requiere que se crea en nada particular.
De acuerdo. Por tanto, un pensamiento como: “Quizás existe el alma o algún tipo de desarrollo personal, algún tipo de evolución espiritual” equivale a pensar algo como: “No sé si he dejado puesto el freno de mano en el coche”.
Sí, con la salvedad de que el pensamiento: “No sé si he dejado puesto el freno de mano en el coche” es un poco más útil que el otro pensamiento porque ¡te puede llevar a comprobarlo antes de que tu coche se estrelle con el que está aparcado delante! (Todos ríen.)
Nathan Gill
Diálogo 5.1 Julio. East Sutton (Kent). Retiro de un día
Cuando hablas, suceden otras cosas. Se producen espacios
entre las palabras. Siento una espaciosidad que se apodera de mí, y me
resulta difícil fijarme en lo que dices. Tiendo a pensar que mi
verdadera naturaleza es esa quietud pero ¿y si sólo es una experiencia
más?
En ausencia del “yo” hay quietud. Entonces, reaparece el “yo” y proclama que él ha tenido una experiencia de quietud. En realidad, lo único que existe es el hecho de experimentar, de saber, de ver, lo cual es “quietud”, aunque también lo es la aparición del “yo” como parte del decorado de la obra teatral de la vida.
Por tanto, la quietud no es una experiencia pero tampoco es otra cosa. Sólo existe el hecho de experimentar –sin ningún sujeto que lo experimente- lo cual equivale, sencillamente, a “lo que es”, y ello incluye también cualquier aparición que haga el “yo” con su configuración actual.
Pero uno tiende a querer quedarse en esa espaciosidad.
Sí, pero también puede suceder que, cuando uno se da cuenta de que surge ese deseo de quedarse ahí, el “yo” ya se haya recuperado en lugar de seguir desenmascarado.
Nathan Gill
En ausencia del “yo” hay quietud. Entonces, reaparece el “yo” y proclama que él ha tenido una experiencia de quietud. En realidad, lo único que existe es el hecho de experimentar, de saber, de ver, lo cual es “quietud”, aunque también lo es la aparición del “yo” como parte del decorado de la obra teatral de la vida.
Por tanto, la quietud no es una experiencia pero tampoco es otra cosa. Sólo existe el hecho de experimentar –sin ningún sujeto que lo experimente- lo cual equivale, sencillamente, a “lo que es”, y ello incluye también cualquier aparición que haga el “yo” con su configuración actual.
Pero uno tiende a querer quedarse en esa espaciosidad.
Sí, pero también puede suceder que, cuando uno se da cuenta de que surge ese deseo de quedarse ahí, el “yo” ya se haya recuperado en lugar de seguir desenmascarado.
jueves, 10 de noviembre de 2011
Diálogo 4.5
Parece más fácil ver objetivamente los demás pensamientos. Sin
embargo, el “yo” parece algo aparte, algo consistente, y da la sensación de que
se mantiene firme. Llevo años pensando en la Iluminación instantánea,
en que algo va a hacer “click” y ya lo habré conseguido. Sé que tú dices que no
se le puede quitar la máscara de golpe al “yo” pero, cuando dices que también
puede ocurrir de forma progresiva, me quedo más tranquila. Tengo la sensación
de que, si va a pasar inmediatamente, podré hacer algo para que suceda.
Sí.
Desde que se le ha abierto la puerta a esa “introducción”
progresiva, me gusta mirar libros de otros temas en las librerías, más allá de
los que están en la sección “espiritualidad”. Me gusta poder estar lo
suficientemente relajada como para interesarme por otras cosas como novelas,
artesanía y aficiones. Por tanto, si sigue habiendo un “yo”, creo que lo voy a
dejar tranquilo y voy a dejar que se produzca ese “desenmascaramiento
progresivo”.
Nathan Gill
martes, 25 de octubre de 2011
Diálogo 4.4
¿Cómo se consigue reconocer que eso es lo que tú eres y no
ese “yo”? el pensamiento del “yo” no puede conseguirlo. Supongo que
lleva tiempo intentándolo…
Claro, el “yo” no puede hacerlo porque el “yo” es lo que queda desenmascarado. Lo único que se puede decir es que, como parte del guión de la vida, el embelesamiento con el relato mental se desenmascara de forma progresiva –o repentina-.
Entonces, en el guión, ¿yo he sido un “yo” que intenta desenmascararlo?
Ese “yo” que intenta desenmascararlo, en realidad, forma parte del relato: eso es el embelesamiento. Eso es lo que se está describiendo aquí, en este momento: el final –o el desenmascaramiento- del embelesamiento.
Ya… y que no te pongas a buscarlo…
Es que no hay opciones. El guión tiene el piloto automático. Todo sucede de forma automática: la identificación con el personaje, la dedicación a la búsqueda y quizás, la aparición del reconocimiento de la Unidad en el guión.
Entonces, aunque yo crea que soy el “yo” y me digan que lo que existe es la Unidad y que ésa es mi naturaleza, ¿no puedo hacer nada para darme cuenta?
No, porque ese “yo” que se ha adoptado, el hecho de centrarse de forma exclusiva en el aspecto del contenido de la Unidad –o contenido de la consciencia-, es lo que queda desenmascarado. El reconocimiento se introduce en el guión pero no es el “yo” el que lo reconoce.
O sea que se va introduciendo sin que yo tenga que esforzarme lo más mínimo por intentar comprenderlo, porque ello implicaría prolongar el pensamiento de que soy un “yo” que puede hacer algo.
Sí, en el guión parece reforzar al “yo”. Claro que siempre puede haber un esfuerzo aparente…
Me estoy dando cuenta en este momento de que soy el “yo” pero no hace falta que le añada nada, es decir, que él no necesita que se le añada nada.
Exactamente.
De acuerdo. Por tanto, si sucede algo que dé la sensación de disminuir a ese “yo”, sucederá por sí solo, no como consecuencia de que “yo” haga nada al respecto.
Efectivamente pero, desde dentro del guión, puede seguir pareciendo que existe un “yo” que hace algo para conseguir ese fin.
Nathan Gill
(Ya estás despierto)
Claro, el “yo” no puede hacerlo porque el “yo” es lo que queda desenmascarado. Lo único que se puede decir es que, como parte del guión de la vida, el embelesamiento con el relato mental se desenmascara de forma progresiva –o repentina-.
Entonces, en el guión, ¿yo he sido un “yo” que intenta desenmascararlo?
Ese “yo” que intenta desenmascararlo, en realidad, forma parte del relato: eso es el embelesamiento. Eso es lo que se está describiendo aquí, en este momento: el final –o el desenmascaramiento- del embelesamiento.
Ya… y que no te pongas a buscarlo…
Es que no hay opciones. El guión tiene el piloto automático. Todo sucede de forma automática: la identificación con el personaje, la dedicación a la búsqueda y quizás, la aparición del reconocimiento de la Unidad en el guión.
Entonces, aunque yo crea que soy el “yo” y me digan que lo que existe es la Unidad y que ésa es mi naturaleza, ¿no puedo hacer nada para darme cuenta?
No, porque ese “yo” que se ha adoptado, el hecho de centrarse de forma exclusiva en el aspecto del contenido de la Unidad –o contenido de la consciencia-, es lo que queda desenmascarado. El reconocimiento se introduce en el guión pero no es el “yo” el que lo reconoce.
O sea que se va introduciendo sin que yo tenga que esforzarme lo más mínimo por intentar comprenderlo, porque ello implicaría prolongar el pensamiento de que soy un “yo” que puede hacer algo.
Sí, en el guión parece reforzar al “yo”. Claro que siempre puede haber un esfuerzo aparente…
Me estoy dando cuenta en este momento de que soy el “yo” pero no hace falta que le añada nada, es decir, que él no necesita que se le añada nada.
Exactamente.
De acuerdo. Por tanto, si sucede algo que dé la sensación de disminuir a ese “yo”, sucederá por sí solo, no como consecuencia de que “yo” haga nada al respecto.
Efectivamente pero, desde dentro del guión, puede seguir pareciendo que existe un “yo” que hace algo para conseguir ese fin.
Nathan Gill
(Ya estás despierto)
sábado, 22 de octubre de 2011
Diálogo 4.3
No, no… Por tanto, no hay ningún problema con que brote el
pensamiento del “yo”: como bien dices, forma parte del decorado. Sin
embargo, lo pasamos por alto y el relato parece real.
Exacto.
El pensamiento del “yo” no es el problema sino el hecho de que se pase por alto.
Así es.
Pero uno no tiene el control sobre nada. Todo sucede, simplemente, ¿no es así?
Sí, por eso, todo lo que sucede aquí es una descripción, no una prescripción.
Pero, desde mi “yo”, da la sensación de que tú tienes un efecto sobre lo que acontece.
Exacto.
Y, entonces, surge este pensamiento: “Bueno, yo no provoco ningún efecto. Todo acontece, sencillamente”, pues no puede existir un efecto si no ha existido otro momento en el que existiera la causa, y sólo existe lo que está sucediendo ahora.
Sí, en esta obra teatral, eso es lo que llamamos comprensión intelectual: el reflejo del “saber” innato. Sigue habiendo un “yo” que comprende y eso, en el guión, parece que tiene un efecto liberador.
Por tanto, si soy consciente de eso, es porque ya no considero que yo pueda influir de alguna manera sobre lo que vaya a suceder.
Así es.
En cierto modo, no es muy agradable pensar que tú no influyes en nada.
Ya, pero es que ahora nos hemos vuelto a meter en el relato mientras que, en realidad, ese “yo” que quiere influir sobre algo no es más que una parte de lo que está sucediendo en el momento presente.
Por tanto, se convierte en algo que simplemente constata, en lugar de intentar comprender.
Sí, pero no eres “tú” quien lo constata: simplemente se constata.
Nathan Gill
(Ya estás despierto)
Exacto.
El pensamiento del “yo” no es el problema sino el hecho de que se pase por alto.
Así es.
Pero uno no tiene el control sobre nada. Todo sucede, simplemente, ¿no es así?
Sí, por eso, todo lo que sucede aquí es una descripción, no una prescripción.
Pero, desde mi “yo”, da la sensación de que tú tienes un efecto sobre lo que acontece.
Exacto.
Y, entonces, surge este pensamiento: “Bueno, yo no provoco ningún efecto. Todo acontece, sencillamente”, pues no puede existir un efecto si no ha existido otro momento en el que existiera la causa, y sólo existe lo que está sucediendo ahora.
Sí, en esta obra teatral, eso es lo que llamamos comprensión intelectual: el reflejo del “saber” innato. Sigue habiendo un “yo” que comprende y eso, en el guión, parece que tiene un efecto liberador.
Por tanto, si soy consciente de eso, es porque ya no considero que yo pueda influir de alguna manera sobre lo que vaya a suceder.
Así es.
En cierto modo, no es muy agradable pensar que tú no influyes en nada.
Ya, pero es que ahora nos hemos vuelto a meter en el relato mientras que, en realidad, ese “yo” que quiere influir sobre algo no es más que una parte de lo que está sucediendo en el momento presente.
Por tanto, se convierte en algo que simplemente constata, en lugar de intentar comprender.
Sí, pero no eres “tú” quien lo constata: simplemente se constata.
Nathan Gill
(Ya estás despierto)
Diálogo 4.2
Entonces, eso no tiene por qué cambiar para poder reconocer
que la Unidad
es lo que eres realmente.
Aunque la apariencia de ser este personaje se mantenga,
puede existir el reconocimiento de que eso no es lo único que somos. No somos
solamente la persona sino también la posibilidad de constatarla: la
consciencia, así como su contenido. La Unidad es todo eso, incluida la aparente separación.
No se trata de que algo deba cambiar: ahora mismo, ya hay consciencia, y esa
consciencia está constatando el contenido de la consciencia en este preciso
momento.
Claro, pero sin ser consciente de que es consciencia.
Dentro del guión, el “tema” de esta conversación parece
referirse al hecho de recordar constantemente nuestra verdadera naturaleza; la Unidad en sus dos aspectos
de consciencia y de contenido de la consciencia. Está lo que contempla y lo
contemplado.
¡Pero es que este “yo” tiene ganas de hacer algo! (Se oyen
risas.)
¿Qué es lo que quiere hacer ese “yo”?
Quiere reconocer algo.
¿Es decir, que esa idea que brota se refiere a la objetivación
de la consciencia?, ¿para convertirla en algo concreto? , ¿para encontrarla, en
realidad, dentro del contenido?
Sí, para saber qué es.
De acuerdo, pero es que, en realidad, la consciencia no se
puede “conocer” porque ella es el acto mismo de conocer: es el acto de
constatar todo lo que aparece. Es una nada determinada que lo contempla todo.
Vale…
Se busca algún tipo de conocedor supremo pero, en realidad,
lo único que existe es el “saber” innato. Siempre es algo inmediato. Siempre es
ahora mismo. Si se proyecta como un despertar que tiene que acontecer en un
futuro, es que algo se está pasando por alto.
Entiendo que nunca va a existir ningún otro momento.
Exacto. Por tanto, tiene que haber algo en el presente que
se está pasando por alto. Estos conceptos de consciencia y contenido de la
consciencia son indicadores que apuntan hacia el presente. No hace falta que
miremos al futuro para que aparezcan.
Nathan Gill
(Ya estás despierto)
domingo, 9 de octubre de 2011
Diálogo 4.1 Conversación telefónica con la mujer del Norte
Yo no puedo percatarme de que existe la consciencia, con su
contenido, ¿verdad?
No, percatarse es un hecho espontáneo, propio del desarrollo
de la película de la vida, mediante el cual reconocemos la Unidad –nuestra verdadera
naturaleza- sirviéndonos del personaje del guión. El embelesamiento con el
contenido queda evidenciado: se reconoce que la consciencia existe simultáneamente
con su contenido, los dos aspectos de la Unidad.
Sí, porque, si no existiera la consciencia, el contenido no
podría existir. Esta pared no existiría si no hubiera consciencia de ella.
Sí, pero lo más importante es que surgen de forma simultánea.
Son, sencillamente, dos aspectos de una sola cosa: Unidad, la Plenitud. ¡Es la pared
que se está viendo a sí misma!
Efectivamente, pero tú ya has vivido, con anterioridad, en
el mundo y lo veías como yo lo veo ahora, ¿verdad?
Bueno, “nosotros” somos apariciones de la Unidad. De este lado, no se ve
nada de forma distinta. Lo único que sucede es que a los pensamientos se les ha
caído la máscara. El embelesamiento con ese aspecto de la Unidad que constituye el
contenido ha dejado de ser el tema exclusivo. Todo lo que aparece sigue viéndose
igual, sólo que el relato mental ha pasado a formar parte del paisaje en lugar
de ser un “filtro” –como resulta ser cuando existe la identificación con el “yo”-.
Algo así como parecer que eres una persona, un individuo,
que está mirando a una pared.
Exacto.
¿Tú has experimentado eso?
Aparentemente, eso sigue siendo igual ahora. Esa sensación
de separación, de que una persona está mirando a una pared, resulta funcional:
funcional dentro de la obra de teatro, como parte del guión. Sin esa aparente
distancia y separación, la obra no podría representarse.
De acuerdo. Por tanto, ¿no hay nada malo en sentir que se
está mirando una pared?
En absoluto.
Nathan Gill
sábado, 8 de octubre de 2011
Diálogo 3.24
Así, no hay todo ese lastre de una persona que es la
responsable del mundo o del personaje. A mí, personalmente, me resulta de gran
ayuda pensar que no hay un responsable de lo que se hace. “Yo no creo mi vida,
no controlo las cosas”: ese pensamiento me libera de culpabilidad, de creer que
debo hacer algo para cambiar algo. A excepción de lo que comenté antes sobre mi
hija, (ver entrada 3.14) que es un poco peliagudo por la carga emocional que
conlleva, lo demás resulta cada vez más fácil.
Claro, desde el punto de vista del que se identifica con el
personaje en la película de la vida, algunos conceptos, como no adjudicarse la
autoría de nada, resultan muy útiles cuando empiezan a introducirse en el guión,
porque se suelta mucho lastre. Por tanto, cuando se desarrolla la comprensión
intelectual –aun manteniendo la identificación con el personaje-, ese tipo de
conceptos aportan mucha relajación dentro de la película. No obstante, la
comprensión intelectual nunca desembocará en ningún tipo de despertar del sueño
de la identificación con el personaje porque la comprensión intelectual forma
parte de la película y, sencillamente, queda obsoleta cuando surge el “saber”
innato.
Entonces, Nathan, cuando te encuentras con personas que están
profundamente metidas en el guión o en sus sueños, que no son conscientes o no
se dan cuenta de nada de lo que estamos hablando aquí, ¿no te entran ganas de
revelarles algo de todo esto?
Ni remotamente: no.
¿Crees que resultaría peligroso?
No sé si sería peligroso pero, probablemente, todo esto les
sonaría a chino, ¿no te parece? Cualquier impulso por explicar algo a “los demás”
implica fortalecer el cuento de este personaje que os habla y, cuando se le ha
quitado la máscara, todo eso deja de tener importancia. No hay nada
absolutamente malo en el hecho de que esos “otros” personajes aparentes estén
embelesados con su papel. La
Conciencia aparece y ya está despierta, con la forma de todos
y cada uno de los personajes, aunque sin que se reconozca. Por tanto, cuando
surge el reconocimiento, ya no hay ninguna necesidad ni ninguna planificación
de hacer nada al respecto.
Tal vez, si el embelesamiento se desmorona de forma
espectacular, puede surgir un pensamiento del tipo: “¡Caramba! ¡Esto es una
revolución! ¡Es absolutamente impresionante! ¡Se lo tengo que contar a todo el
mundo!”, pero apenas hay personajes a quienes les pueda interesar. ¿Y por qué
les iba a interesar? La Conciencia
ya está despierta con la forma de todos y cada uno de los personajes, y no
tiene ningún interés en reconocerse a sí misma como Conciencia. En estas
charlas, se plantean preguntas y surgen respuestas, pero no son más importantes
que cualquier otra conversación cotidiana dentro de la película.
¿Quieres decir con eso que, a ti, ese tipo de interacciones
te resultan igual de entretenidas?
Claro que sí. En una barbacoa, se habla, generalmente, de
cosas materiales, de cotilleos sociales, y tú vas y participas. En la película,
como tú vas de buscador serio, metido en el camino, andando “por el filo de la
navaja”, esas conversaciones triviales son tabú. No debes leer novelas: ¡sólo
los libros “espirituales” que acaban de salir! Sin embargo, cuando se termina
todo eso, todo lo que surge está bien; cuando se le quita la máscara al “yo”,
todo ese espectáculo de la búsqueda fallece de muerte natural.
Ya no tengo tantos motivos para seguir viniendo a estas
charlas, pero el caso es que sigo viniendo… para pasar el rato.
Bueno, tómatelo como su fueras a un club a aprender a jugar
al billar. No dejarás de ir al club cuando le hayas cogido el tranquillo al
juego; seguirás apareciendo por allí para pasar el rato, tomarte una cañita y
echar una partida.
Me gusta ese ejemplo. ¿Dónde están las cañitas?
Nos las hemos tomado con la comida. (Todos ríen.) Bueno,
creo que hemos terminado por hoy.
Gracias, Nathan.
Gracias por todas estas excelentes preguntas.
Nathan Gill
jueves, 6 de octubre de 2011
Diálogo 3.23
Da la sensación de que ese “relax”, ese desahogo, aporta una
espontaneidad, un no tener que plantearse si puedo hacer esto o debo hacer lo
otro, sino que sólo existe el fluir natural de todo lo que sucede, incluidas
ciertas cosas que, desde luego en mi caso, jamás me habría imaginado que iba a
hacer porque habría pensado: “Soy incapaz de hacerlo. ¡Hay demasiada gente aquí
y yo soy incapaz de hablar en público!”… Ahora lo que sucede es que hay cosas
con las que se fluye con toda naturalidad, sin que el “yo” empiece a decir: “Soy
incapaz de hacerlo”…
Sí, esa historia del “yo” que dice: “Soy incapaz de hacerlo”
se desarrolla al mismo tiempo que lo que sucede realmente. Cuando le quitamos
la máscara al relato mental, esa historia puede continuar pero ya no nos la
creemos, por lo que todo resulta más espontáneo.
A veces te das cuenta de que encajas perfectamente en algo
y, entonces, te viene el pensamiento de que eso no te habría pasado antes. No sucede
necesariamente todo el tiempo, sino que se vislumbra de vez en cuando.
Sí, claro.
Nathan Gill
martes, 4 de octubre de 2011
Diálogo 3.22
Entonces, las cosas por las que te has interesado hasta
ahora –cualquiera de esas cosas pero, básicamente, cuestiones intelectuales
como la filosofía, por ejemplo-… ¿Todo eso desaparece?
Todo lo que esté relacionado con el funcionamiento de esta
vida desde la perspectiva del personaje queda obsoleto. Existe la vida, tal y
como es, pero intentar entenderla de alguna manera constituye una búsqueda del
que está identificado con el personaje. No hay más que la película que aparece
en la pantalla.
Ahora bien, desde un punto de vista práctico, si hablamos de
hobbies como tricotar, la jardinería, la arqueología o algo así, es posible que
se sigan haciendo porque el personaje tiene ciertas tendencias y con esas
actividades no se intenta encontrar una forma de escapar del guión de la película
sino que constituyen un mero pasatiempo dentro de ella. Sin embargo, todo lo
que tenga que ver con salirse de la película e intentar encontrarle un sentido
queda obsoleto, deja de despertar interés.
Pero la película prosigue tal cual, no puede ser de otra
manera. Todo coexiste.
Por supuesto.
Y la representación teatral se mantiene.
Claro, puede que continúe con el “relato”, pero ya se le ha
quitado la máscara: el embelesamiento ha dejado de hipnotizarnos. La vida de
este personaje sigue manifestándose pero el personaje en sí se ha quedado sin
motivos para escapar de la película porque ya la ve como es realmente. La Unidad ya existe, tanto si
hay en ella un guión que se está desarrollando como si no. Puede que el relato
se mantenga pero se sabe que no es más que eso –un cuento-, y por eso se puede
llevar una vida corriente.
Sin embargo, a quien está identificado con el personaje de
la película, esa “vida corriente” le parece algo extraordinario: esa ausencia
de tensión o de agitación existencial le parece algo extraordinario.
Si se produce una ausencia repentina de autoconciencia, es
probable que el desahogo brote en forma de éxtasis, por ejemplo. Sin embargo,
en lo que aparece ahora en forma bajo la forma de “lo corriente”, ya no existe
motivo alguno para buscar esa dicha suprema ni nada más: la búsqueda ya ha sido
desenmascarada. Todo forma parte del guión de la película. En ese desahogo, no
hay ninguna necesidad de buscar nada.
¿Ese desahogo es, en parte, un reconocimiento de que no hay
nada que hacer ni nada que se pueda hacer?
Todo es perfecto tal y como es, de por sí. A ese “yo” que se
pondría a hacer algo ya se le ha quitado la máscara. Cuando acaba esa búsqueda
de algo que hacer, de alguna forma para cambiarlo todo, no se crea o se genera
el desahogo o la paz interior: es algo que ya existe de por sí pero ha estado
velado por el embelesamiento.
Nathan Gill
domingo, 2 de octubre de 2011
Diálogo 3.21
Cuando uno está en esto de forma permanente, ¿se incrementa la comprensión intelectual con el paso del tiempo?
La comprensión intelectual no se incrementa: la comprensión queda obsoleta. La comprensión intelectual sólo existe desde el punto de vista de la identificación con el personaje. Cuando en el guión de la película se empieza a introducir el "saber" innnato de cuál es tu verdadera naturaleza, en un principio aparece en forma de búsqueda y de comprensión intelectual; sin embargo, progresivamente, el guión se empapa de un "saber" intrínseco y, entonces, ya no hay ninguna necesidad de comprender.
Simplemente forma parte del cuento.
Sí, desde el punto de vista del personaje de la película, la comprensión intelectual lo es todo: le da la sensación de que tiene que "entender" muchas cosas pero, en realidad, no es más que el reconocimiento de su verdadera naturaleza que está impregnando el guión por medio de la comprensión intelectual. Cuando se revela el "saber" innato, ya no hay ninguna necesidad de entender nada y se ve que nunca la ha habido; que, en cualquier momento, uno se puede desprender completamente de la autoconciencia y que todo eso no tiene ninguna importancia. Por tanto, no hay ninguna necesidad de entender nada. La comprensión intelectual es el guión de la película.
Cuando reconoces que tu verdadera naturaleza es Unidad –una sencilla presencia-, ¿qué necesidad tienes de entenderla? La presencia es lo que existe. Todo es tal y como es: los personajes que aparecen, las historias que se montan, los terremotos y las tragedias, las grandes alegrías y absolutamente todo lo demás. Ésa es la representación teatral, dentro de la cual, cuando se produce la identificación con el personaje, un montón de cosas pueden parecer importantes pero, en realidad, nada lo es. Sólo son importantes desde el punto de vista del guión de esa representación.
Nathan Gill
La comprensión intelectual no se incrementa: la comprensión queda obsoleta. La comprensión intelectual sólo existe desde el punto de vista de la identificación con el personaje. Cuando en el guión de la película se empieza a introducir el "saber" innnato de cuál es tu verdadera naturaleza, en un principio aparece en forma de búsqueda y de comprensión intelectual; sin embargo, progresivamente, el guión se empapa de un "saber" intrínseco y, entonces, ya no hay ninguna necesidad de comprender.
Simplemente forma parte del cuento.
Sí, desde el punto de vista del personaje de la película, la comprensión intelectual lo es todo: le da la sensación de que tiene que "entender" muchas cosas pero, en realidad, no es más que el reconocimiento de su verdadera naturaleza que está impregnando el guión por medio de la comprensión intelectual. Cuando se revela el "saber" innato, ya no hay ninguna necesidad de entender nada y se ve que nunca la ha habido; que, en cualquier momento, uno se puede desprender completamente de la autoconciencia y que todo eso no tiene ninguna importancia. Por tanto, no hay ninguna necesidad de entender nada. La comprensión intelectual es el guión de la película.
Cuando reconoces que tu verdadera naturaleza es Unidad –una sencilla presencia-, ¿qué necesidad tienes de entenderla? La presencia es lo que existe. Todo es tal y como es: los personajes que aparecen, las historias que se montan, los terremotos y las tragedias, las grandes alegrías y absolutamente todo lo demás. Ésa es la representación teatral, dentro de la cual, cuando se produce la identificación con el personaje, un montón de cosas pueden parecer importantes pero, en realidad, nada lo es. Sólo son importantes desde el punto de vista del guión de esa representación.
Nathan Gill
Diálogo 3.20
Siguiendo con este tema, digamos que se tiene una experiencia espiritual -que se alcanza el séptimo cielo, el éxtasis o lo que sea- y que eso es tan significativo como tomarse una taza de té, pongamos por caso. Pero, entonces, en esa realidad aparente, puede producirse una completa desaparición del ser.
¿Te refieres a lo que se llama autoconciencia psicológica?, ¿al "yo"?
Sí, a una desaparición total de esa contracción en forma de ser. Puede que dure algunos segundos, varias semanas, meses, o podría mantenerse permanentemente. Esa desaparición del ser resulta paradójica porque, por una parte, no tiene la menor relevancia mientras que, por otra parte, es de vital importancia, pues es la expansión máxima del ser para convertirse en todo.
La Conciencia ya es todo lo que existe. Por tanto, no se produce ninguna expansión máxima del ser para convertirse en todo. La "expansión" ya es lo que existe y la contracción del "yo" es aparente. Lo que sucede es un acto de desenmascarar al "yo" o al ser individual y, en consecuencia, deja de importar el "yo" si aparece o no el "yo", si la autoconciencia desaparece o no.
Ahora bien, para el buscador, esto adquiere una importancia tremenda, pues afecta a todo el guión de su personaje. En esta película, la Conciencia aparece en forma de todos los personajes y cada uno tiene un guión particular. Por tanto, en algunos de los personajes aparentes, puede que se produzca una desaparición ininterrumpida de la autoconciencia mientras que otros se mantendrán completamente identificados con el "yo".
Sin embargo, no tiene por qué producirse necesariamente una desaparición total de ese "yo" porque de lo que estamos hablando aquí es de desenmascararlo, es decir, de ver en qué consiste realmente, en lugar de pasar el tiempo esperando a que desaparezca. Cuando se le quita la máscara al "yo", surge un relax total en -y en calidad de- nuestra verdadera naturaleza.
Si ahora Nathan empezara a decir que vive en una ausencia total del "yo" y exclamase: "¡Ah! ¡Qué maravilloso! ¡Qué bonito!", y todo eso, en lugar de producirse esta escena en el guión de los personajes donde se integran cómodamente con las cosas tal y como son -al haberles quitado la máscara al "yo"-, daría la sensación de fomentar la búsqueda de la desaparición del "yo". Si empiezo a decir: "Aquí dentro ya no hay ningún "yo", sería como poneros delante de las narices la zanahoria dorada de lo que se ha dado en llamar "Iluminación" o "Despertar".
Lo que se está expresando aquí hoy es que únicamente existe el hecho de "estar despierto". Desde siempre, lo único que existe es ese "estar despierto" pero, dentro de ese "estar despierto", se produce el embelesamiento con el "yo". Cuando, sencillamente, se reconoce que el "yo" es un pensamiento más, no hace falta que desaparezca ni total ni permanentemente, y el hecho de que ese "yo" aparezca y desaparezca no representa ningún problema: no importa. Ya no hay ninguna búsqueda de lo mara villoso ni del éxtasis porque todo, de por sí, está bien. El desahogo que se revela al quitarle la máscara al "yo" resulta suficiente.
Nathan Gill
¿Te refieres a lo que se llama autoconciencia psicológica?, ¿al "yo"?
Sí, a una desaparición total de esa contracción en forma de ser. Puede que dure algunos segundos, varias semanas, meses, o podría mantenerse permanentemente. Esa desaparición del ser resulta paradójica porque, por una parte, no tiene la menor relevancia mientras que, por otra parte, es de vital importancia, pues es la expansión máxima del ser para convertirse en todo.
La Conciencia ya es todo lo que existe. Por tanto, no se produce ninguna expansión máxima del ser para convertirse en todo. La "expansión" ya es lo que existe y la contracción del "yo" es aparente. Lo que sucede es un acto de desenmascarar al "yo" o al ser individual y, en consecuencia, deja de importar el "yo" si aparece o no el "yo", si la autoconciencia desaparece o no.
Ahora bien, para el buscador, esto adquiere una importancia tremenda, pues afecta a todo el guión de su personaje. En esta película, la Conciencia aparece en forma de todos los personajes y cada uno tiene un guión particular. Por tanto, en algunos de los personajes aparentes, puede que se produzca una desaparición ininterrumpida de la autoconciencia mientras que otros se mantendrán completamente identificados con el "yo".
Sin embargo, no tiene por qué producirse necesariamente una desaparición total de ese "yo" porque de lo que estamos hablando aquí es de desenmascararlo, es decir, de ver en qué consiste realmente, en lugar de pasar el tiempo esperando a que desaparezca. Cuando se le quita la máscara al "yo", surge un relax total en -y en calidad de- nuestra verdadera naturaleza.
Si ahora Nathan empezara a decir que vive en una ausencia total del "yo" y exclamase: "¡Ah! ¡Qué maravilloso! ¡Qué bonito!", y todo eso, en lugar de producirse esta escena en el guión de los personajes donde se integran cómodamente con las cosas tal y como son -al haberles quitado la máscara al "yo"-, daría la sensación de fomentar la búsqueda de la desaparición del "yo". Si empiezo a decir: "Aquí dentro ya no hay ningún "yo", sería como poneros delante de las narices la zanahoria dorada de lo que se ha dado en llamar "Iluminación" o "Despertar".
Lo que se está expresando aquí hoy es que únicamente existe el hecho de "estar despierto". Desde siempre, lo único que existe es ese "estar despierto" pero, dentro de ese "estar despierto", se produce el embelesamiento con el "yo". Cuando, sencillamente, se reconoce que el "yo" es un pensamiento más, no hace falta que desaparezca ni total ni permanentemente, y el hecho de que ese "yo" aparezca y desaparezca no representa ningún problema: no importa. Ya no hay ninguna búsqueda de lo mara villoso ni del éxtasis porque todo, de por sí, está bien. El desahogo que se revela al quitarle la máscara al "yo" resulta suficiente.
Nathan Gill
Diálogo 3.19
Entonces, cuando alguien con esa capacidad parece conservar una gran cantidad de "yo", ¿significa que, en su caso, no se ha producido la liberación?
Es que no hay ninguna liberación por encima de este estar despierto en el presente y de esta película de apariencias. Esta conversación actual -que es completamente hipotética- está brotando en este momento en forma de algo interesante que desvía o distrae la atención del presente. Se puede participar en cualquier conversación sobre este tipo de cosas y todo esto resulta interesante y divertido cuando se sabe de forma innata cual es nuestra verdadera naturaleza. Sin embargo, cuando se mantiene el embelesamiento por los pensamientos que surgen, todo esto vuelve a convertirse en algo grave y se tienen pensamientos como: “¿Estará iluminado de verdad o no? ¿Estará liberado? ¡Pues no lo tengo muy claro!”. Entonces, todos esos pensamientos se toman en serio, ¿me explico?
Desde luego
La liberación se adjudica a otro personaje que esta “ahí delante”: “¡Ese personaje esta liberado… y yo no consigo liberarme! ¡Fíjate lo que es capaz de hacer… y todas esas frases iluminadas que nos dice!”. Por tanto, se trata de otra forma que adapta el olvido de nuestra verdadera naturaleza. Al involucrarnos en el relato, pasamos por alto el presente y, en el cuento, surgen todo tipo de personajes pintorescos que parecen estar o no “iluminados”. Es lo que tiene de espectacular esta obra de teatro.
Nathan Gill
Es que no hay ninguna liberación por encima de este estar despierto en el presente y de esta película de apariencias. Esta conversación actual -que es completamente hipotética- está brotando en este momento en forma de algo interesante que desvía o distrae la atención del presente. Se puede participar en cualquier conversación sobre este tipo de cosas y todo esto resulta interesante y divertido cuando se sabe de forma innata cual es nuestra verdadera naturaleza. Sin embargo, cuando se mantiene el embelesamiento por los pensamientos que surgen, todo esto vuelve a convertirse en algo grave y se tienen pensamientos como: “¿Estará iluminado de verdad o no? ¿Estará liberado? ¡Pues no lo tengo muy claro!”. Entonces, todos esos pensamientos se toman en serio, ¿me explico?
Desde luego
La liberación se adjudica a otro personaje que esta “ahí delante”: “¡Ese personaje esta liberado… y yo no consigo liberarme! ¡Fíjate lo que es capaz de hacer… y todas esas frases iluminadas que nos dice!”. Por tanto, se trata de otra forma que adapta el olvido de nuestra verdadera naturaleza. Al involucrarnos en el relato, pasamos por alto el presente y, en el cuento, surgen todo tipo de personajes pintorescos que parecen estar o no “iluminados”. Es lo que tiene de espectacular esta obra de teatro.
Nathan Gill
Diálogo 3.18
Hace poco, alguien me habló de la corriente del "Aquí no hay nadie", me decía que conlleva cierta sensación de apatía y que, en cambio, lo que tiene que haber es una clara sensación de energía.
La película de la Conciencia aparece con tantas formas distintas como personajes hay. En algunos casos, hay una búsqueda de toda la espectacularidad y despliegue de la energía mientras que, en otros casos, basta con una charla como ésta que sirve como recordatorio para producir un reconocimiento instantáneo de nuestra verdadera naturaleza, sin necesidad de fuegos artificiales...
Entonces, toda esa gente que transmite shakti, ¿lo hacen porque intentan provocarlo?
No, no hay un personaje interno ni ningún "yo": sólo hay un sentimiento de unicidad. El hecho de que uno escoja o haga algo, lo que sea, es absolutamente ilusorio. Se trata de un guión, de un cuento que surge en forma de pensamientos. Todo brota de forma absolutamente espontánea. En cierto modo, se podría comparar con los sueños que tenemos al dormir, que brotan de ninguna parte.
En esta película de la vida, hay personajes con una aparente capacidad de manipular la energía, y coinciden con otros que siguen identificados con su personaje. Desde el punto de vista de esos personajes, se mantiene la idea de "estoy transmitiendo esa energía" en lugar de percibirlo como algo que, simplemente, forma parte del guión.
Nathan Gill
La película de la Conciencia aparece con tantas formas distintas como personajes hay. En algunos casos, hay una búsqueda de toda la espectacularidad y despliegue de la energía mientras que, en otros casos, basta con una charla como ésta que sirve como recordatorio para producir un reconocimiento instantáneo de nuestra verdadera naturaleza, sin necesidad de fuegos artificiales...
Entonces, toda esa gente que transmite shakti, ¿lo hacen porque intentan provocarlo?
No, no hay un personaje interno ni ningún "yo": sólo hay un sentimiento de unicidad. El hecho de que uno escoja o haga algo, lo que sea, es absolutamente ilusorio. Se trata de un guión, de un cuento que surge en forma de pensamientos. Todo brota de forma absolutamente espontánea. En cierto modo, se podría comparar con los sueños que tenemos al dormir, que brotan de ninguna parte.
En esta película de la vida, hay personajes con una aparente capacidad de manipular la energía, y coinciden con otros que siguen identificados con su personaje. Desde el punto de vista de esos personajes, se mantiene la idea de "estoy transmitiendo esa energía" en lugar de percibirlo como algo que, simplemente, forma parte del guión.
Nathan Gill
martes, 27 de septiembre de 2011
Diálogo 3.17
¿Podrías comentarnos por qué hay personas que tienen la habilidad de transmitir shakti? (Poder, energía espiritual. También, deidad esposa de Shiva).
En la película de la vida, shakti es una forma de energía a la que el buscador le atribuye una gran capacidad de transformación y purificación. En el guión de la obra, hay algunos personajes cuya función consiste en canalizar esa energía a través del tacto, de la mirada, etc.
La transmisión de shakti constituye una parte fascinante del guión, que produce cambios de estado de conciencia y percepción. Con frecuencia, causa una suspensión de la identificación con el personaje en conjunción con lo que podríamos denominar una experiencia trascendental y, quizás, con visiones, sonidos "internos" y movimientos corporales espontáneos.
Todo eso se atribuye al "Despertar" o a la actividad de la kundalini. En algunos personajes, la energía kundalini tiende a activarse de forma espontánea sin necesidad de ningún tipo de transmisión mientras que, en otros, su actividad se induce mediante la ingesta de ciertas plantas o drogas psicotrópicas como algunas setas, cactus, LSD, etc. Todo eso forma parte del pasatiempo que constituye la película de la vida.
Nathan Gill
En la película de la vida, shakti es una forma de energía a la que el buscador le atribuye una gran capacidad de transformación y purificación. En el guión de la obra, hay algunos personajes cuya función consiste en canalizar esa energía a través del tacto, de la mirada, etc.
La transmisión de shakti constituye una parte fascinante del guión, que produce cambios de estado de conciencia y percepción. Con frecuencia, causa una suspensión de la identificación con el personaje en conjunción con lo que podríamos denominar una experiencia trascendental y, quizás, con visiones, sonidos "internos" y movimientos corporales espontáneos.
Todo eso se atribuye al "Despertar" o a la actividad de la kundalini. En algunos personajes, la energía kundalini tiende a activarse de forma espontánea sin necesidad de ningún tipo de transmisión mientras que, en otros, su actividad se induce mediante la ingesta de ciertas plantas o drogas psicotrópicas como algunas setas, cactus, LSD, etc. Todo eso forma parte del pasatiempo que constituye la película de la vida.
Nathan Gill
lunes, 26 de septiembre de 2011
Diálogo 3.16
Cuando hablas de "búsqueda", ¿podría aplicarse a cualquier cosa? Por ejemplo, cuando sientes ansiedad y no quieres sentirte así.
Sí, la búsqueda adopta muchas formas distintas. En el contexto de estas reuniones, nos referimos a la búsqueda del "Despertar" o de lo que llaman "Iluminación", pero también se puede aplicar al hecho de intentar jugar el mejor partido de fútbol, de buscar un coche nuevo o, como tú dices, de superar una sensación de ansiedad. La Conciencia aparece con la forma de todos y cada uno de los personajes y, en cada uno de ellos, tiene un guión de búsqueda distinto.
En el caso del buscador que asiste a este tipo de charlas, se podría pensar que se trata de un tipo "especial" de búsqueda. Sin embargo, aunque constituya una forma final de búsqueda -porque, cuando nuestra verdadera naturaleza se revela, cualquier tipo de búsqueda queda desenmascarada-, en realidad no tiene nada de especial. El personaje con el que se produce la identificación en esta película anda buscando la Plenitud en cualquiera de las formas que ésta puede adoptar, y el paso de desenmascarar esa identificación, de percibir en qué consiste realmente, constituye el final del cuento de la separación y de la búsqueda.
Nathan Gill
Sí, la búsqueda adopta muchas formas distintas. En el contexto de estas reuniones, nos referimos a la búsqueda del "Despertar" o de lo que llaman "Iluminación", pero también se puede aplicar al hecho de intentar jugar el mejor partido de fútbol, de buscar un coche nuevo o, como tú dices, de superar una sensación de ansiedad. La Conciencia aparece con la forma de todos y cada uno de los personajes y, en cada uno de ellos, tiene un guión de búsqueda distinto.
En el caso del buscador que asiste a este tipo de charlas, se podría pensar que se trata de un tipo "especial" de búsqueda. Sin embargo, aunque constituya una forma final de búsqueda -porque, cuando nuestra verdadera naturaleza se revela, cualquier tipo de búsqueda queda desenmascarada-, en realidad no tiene nada de especial. El personaje con el que se produce la identificación en esta película anda buscando la Plenitud en cualquiera de las formas que ésta puede adoptar, y el paso de desenmascarar esa identificación, de percibir en qué consiste realmente, constituye el final del cuento de la separación y de la búsqueda.
Nathan Gill
domingo, 25 de septiembre de 2011
Diálogo 3.15
Supongo que algunas expresiones como "vivir en el caos" o "vivir pendiente de un hilo" te son familiares. Parece muy emocionante, ¿no? Vivir al filo de la navaja...
Sí, justamente. Es emocionante, ¿no te parece? Cuando inicias el camino de la búsqueda "espiritual"... ¡Al filo de la navaja! Si alguien te dijera: "Eso es muy corriente", tu reacción sería: "¡No me digas eso!". Sin embargo, como decíamos antes, desde el punto de vista del "filo de la navaja, lo que aquí llamamos "corriente" resulta extraordinario. Ese desahogo se revela cuando no hay búsqueda y, si se experimentara de forma inmediata -sin tener que pasar por el cuento de la descomposiciòn progresiva de la identificación con el personaje-, se viviría como lo más extraordinario del mundo.
Lo paradójico de la búsqueda es que buscamos lo que ya somos -esa Plenitud o Unidad de la que hablas- pero, en vez de buscarla con la forma de lo que tenemos delante, la buscamos en la forma de un Dios que es una inteligencia suprema escondida entre bambalinas.
Sí, pero no existe ninguna inteligencia entre bambalinas: esto es Dios. Esto es lo que tradicionalmente se llama Dios. Éste es el aspecto inmanente de Dios, de la Unidad, de la Conciencia, del presente: en forma de esta habitación llena de personajes. Ya está. A medida que desaparece la búsqueda de la Plenitud y el desahogo se revela, esa búsqueda de Dios -o de la Unidad o de la Iluminación- se convierte en algo ridículo porque todo es tal y como es: ya es perfecto de por sí.
Nathan Gill
Sí, justamente. Es emocionante, ¿no te parece? Cuando inicias el camino de la búsqueda "espiritual"... ¡Al filo de la navaja! Si alguien te dijera: "Eso es muy corriente", tu reacción sería: "¡No me digas eso!". Sin embargo, como decíamos antes, desde el punto de vista del "filo de la navaja, lo que aquí llamamos "corriente" resulta extraordinario. Ese desahogo se revela cuando no hay búsqueda y, si se experimentara de forma inmediata -sin tener que pasar por el cuento de la descomposiciòn progresiva de la identificación con el personaje-, se viviría como lo más extraordinario del mundo.
Lo paradójico de la búsqueda es que buscamos lo que ya somos -esa Plenitud o Unidad de la que hablas- pero, en vez de buscarla con la forma de lo que tenemos delante, la buscamos en la forma de un Dios que es una inteligencia suprema escondida entre bambalinas.
Sí, pero no existe ninguna inteligencia entre bambalinas: esto es Dios. Esto es lo que tradicionalmente se llama Dios. Éste es el aspecto inmanente de Dios, de la Unidad, de la Conciencia, del presente: en forma de esta habitación llena de personajes. Ya está. A medida que desaparece la búsqueda de la Plenitud y el desahogo se revela, esa búsqueda de Dios -o de la Unidad o de la Iluminación- se convierte en algo ridículo porque todo es tal y como es: ya es perfecto de por sí.
Nathan Gill
lunes, 19 de septiembre de 2011
Diálogo 3.14
Sin embargo, a veces la identificación se mantiene viva con asuntos como, por ejemplo, la educación de mi hija: cómo intento controlarle la vida... Interiormente, sé que el individuo no existe y que nada tiene verdadera importancia pero, por otra parte, es como si yo decidiera regañar a mi hija cada tarde porque no hace los deberes del colegio. Al final, todo eso refuerza enormemente el "yo", el "ella", los deseos... y la idea de que existe un "yo" que puede hacer cualquier cosa.
Claro que sí. Si sólo fuera cuestión de tener pensamientos honestos, sería como si todo estuviera preconcebido, ¿no crees? Sin embargo, en la película de la vida, los pensamientos suelen surgir de la mano de los sentimientos y, a menos que (al igual que con los pensamientos) puedan contemplarse con objetividad, como elementos que forman parte del decorado de esta película, consiguen que el relato mental resulte convincente.
Efectivamente, y eso me ayuda mucho porque, en el caso de los pensamientos, se puede contemplar cómo llegan y se van pero, si tienen una carga emocional, resultan muy absorbentes.
Ésa es la naturaleza de esta película: al principio, se produce una identificación total con el personaje pero, después, se ve que es una película y se revela ese desahogo: todo es, sencillamente, tal y como es. Entonces, las discursiones con nuestras hijas por los deberes dejan de plantearnos un dilema y pasan a ser, sencillamente, algo que sucede en el momento presente.
Nathan Gill
Claro que sí. Si sólo fuera cuestión de tener pensamientos honestos, sería como si todo estuviera preconcebido, ¿no crees? Sin embargo, en la película de la vida, los pensamientos suelen surgir de la mano de los sentimientos y, a menos que (al igual que con los pensamientos) puedan contemplarse con objetividad, como elementos que forman parte del decorado de esta película, consiguen que el relato mental resulte convincente.
Efectivamente, y eso me ayuda mucho porque, en el caso de los pensamientos, se puede contemplar cómo llegan y se van pero, si tienen una carga emocional, resultan muy absorbentes.
Ésa es la naturaleza de esta película: al principio, se produce una identificación total con el personaje pero, después, se ve que es una película y se revela ese desahogo: todo es, sencillamente, tal y como es. Entonces, las discursiones con nuestras hijas por los deberes dejan de plantearnos un dilema y pasan a ser, sencillamente, algo que sucede en el momento presente.
Nathan Gill
domingo, 18 de septiembre de 2011
Diálogo 3.13
Entonces, cuando se desenmascara al "yo" , la búsqueda termina y hay paz.
Surge una sensación de desahogo, de facilidad. Se ve que esa falta de esfuerzo es, de hecho, lo único que ha existido desde siempre, pero estaba velada por la agitación de la búsqueda. Así, cuando disminuye la intensidad de enfoque sobre el juego de identificarse exclusivamente con el personaje, esa "facilidad" -que subyace a toda esa agitación- pasa a ocupar el primer plano y la agitación se disipa.
Por tanto, ¿para ti no es algo cotidiano?
El único que se anticipa a ese desahogo y se lo imagina como algo extraordinario es uno mismo al identificarse con su personaje. ¡De hecho, hasta la búsqueda resulta más extraordinaria!
Entonces, lo extraordinario se convierte en cotidiano.
Sí, en el sentido de que resulta sencillo, natural y fácil: extraordinario, desde el punto de vista del buscador, pero natural y cotidiano cuando desaparece la búsqueda.
En cierto modo, ¿lo corriente se convierte en algo completamente satisfactorio?
Sí, no hace falta que nada sea extraordinario.
Nathan Gill
Surge una sensación de desahogo, de facilidad. Se ve que esa falta de esfuerzo es, de hecho, lo único que ha existido desde siempre, pero estaba velada por la agitación de la búsqueda. Así, cuando disminuye la intensidad de enfoque sobre el juego de identificarse exclusivamente con el personaje, esa "facilidad" -que subyace a toda esa agitación- pasa a ocupar el primer plano y la agitación se disipa.
Por tanto, ¿para ti no es algo cotidiano?
El único que se anticipa a ese desahogo y se lo imagina como algo extraordinario es uno mismo al identificarse con su personaje. ¡De hecho, hasta la búsqueda resulta más extraordinaria!
Entonces, lo extraordinario se convierte en cotidiano.
Sí, en el sentido de que resulta sencillo, natural y fácil: extraordinario, desde el punto de vista del buscador, pero natural y cotidiano cuando desaparece la búsqueda.
En cierto modo, ¿lo corriente se convierte en algo completamente satisfactorio?
Sí, no hace falta que nada sea extraordinario.
Nathan Gill
martes, 26 de julio de 2011
Aclarando conceptos
Es una locura, porque el buscador no es más que un “alguien” imaginario que proyecta una respuesta imaginaria. La Conciencia es la que aparece en forma de todo, la que juega a eso, la que se experimenta a sí misma en todas esas formas distintas.
Desde el punto de vista del juego de la búsqueda, lo que parece importante, con respecto al desarrollo de las charlas, es que, al principio, un personaje asiste a las charlas porque anda buscando lo que se suele llamar “la Iluminación” o “el Despertar”, es decir, un acontecimiento que sucederá en un futuro. Por eso, al principio, todos estos conceptos de Conciencia (con sus aspectos de consciencia y de contenido de la consciencia) le parecen útiles. Como se nos recuerda tantas veces cuál es nuestra verdadera naturaleza, el “yo” acaba perdiendo la máscara y la búsqueda empieza a esfumarse: más que de la búsqueda de lo extraordinario, de lo que se trata es de toparse con lo cotidiano, pero sin la tensión de la búsqueda. El “yo” queda desenmascarado y se vive una vida corriente. Entonces, se ve que todo lo demás –lo que antes resultaba tan profundo, todo ese montaje de la búsqueda de la Iluminación- es una mierda.
Nathan Gill
lunes, 4 de julio de 2011
Pequeño diálogo con Nathan Gill
No deja de ser una paradoja que el hecho de reconocer nuestra verdadera naturaleza no revista ningún mérito en absoluto.
Sí, sólo tiene “mérito” desde el punto de vista de la identificación con el personaje.
Entonces, uno “ve” que, simplemente, forma parte de la película que se está proyectando en esta habitación, en este momento.
Sí, pero no es el personaje quien lo ve: no es “alguien” que lo ve.
Entonces, ¿no reviste ningún mérito?
No, ése es el guión: que hay un mérito. Ésa es la película.
¿No hay buscador? , ¿no hay camino?
No, sólo en apariencia.
Entonces, ¿ya no hay más entusiasmo?
Puede haber entusiasmo y puede no haberlo. A menudo, lo que se entiende por entusiasmo es esa esperanza de “despertar” o de “iluminarse” proyectándose sin cesar como un plan de futuro: el “subidón” de asistir a distintas reuniones, de comprarse un libro nuevo, de buscar el nirvana…
No obstante, sentada en esta silla, está brotando una insatisfacción por lo que está sucediendo en este momento a causa de todo lo que le han ido contando a una durante toda la vida hasta ahora: las expectativas, las esperanzas, el camino, el buscador y todo tipo de escenarios. Pero, en realidad, no hay nada… y eso le deja a una abatida… incluso, tremendamente abatida, casi completamente desolada… no resulta agradable.
Lo que tú llamas “abatimiento” no es más que la paz y el desahogo que siempre ha existido. Lo que ocurre es que ahora han sido despojados del “entusiasmo” de la búsqueda, las esperanzas, el esfuerzo, el progreso… Ahí se está produciendo ahora ese desmoronamiento de la identificación con el personaje: quizás, al principio, no parezca suficiente con dejarse descansar en la existencia y ese “abatimiento” sea una forma de llorar la pérdida de esa aventura de capa y espada que constituye la búsqueda.
Lo único que se busca es un desahogo que ya existe aquí mismo, pero uno está sumido en la apasionante búsqueda del desahogo en lugar de descansar siéndolo.
En lo que se refiere al desmoronamiento de la identificación con el personaje, hay veces en que el “yo” no queda completamente desenmascarado y esa asunción del personaje se acompaña de cierta sensación de estar incompleto: sientes que te falta algo. Sin embargo, en cuanto se produce un movimiento en busca de la Plenitud, el “yo” queda desenmascarado. Como se deja de considerar que la búsqueda de la Plenitud es una posibilidad, el “yo” vuelve a desmoronarse. Algunos denominan a esto “estar en el desierto”; su misma idea, de por sí, se convierte en otro enfoque para los pensamientos: el “juego de la espera” como parte del guión. “Estoy en el desierto”, como una versión más de la búsqueda.
Todo lo que dices –todo lo que llevas diciendo toda la tarde- me parece muy bien, pero tengo el corazón vacío. El reconocimiento… Hablas de reconocimiento: intelectualmente, lo entiendo muy bien pero, si en algún momento he vislumbrado algo, ha sido con el corazón. Todo esto me parece estéril mientras que, anteriormente, se han producido en mí experiencias acompañadas de un impresionante entusiasmo, o de alegría, de amor, de sensaciones de ese tipo… y de un alivio tremendo.
Sí, por supuesto. Todo eso corresponde a la película multicolor de la vida. Cuando se ve que todo son, sencillamente, escenas de la película que surgen en el momento presente, todo está permitido: la alegría, el amor… aunque también el desencanto.
Es como si fueras un paisaje y, cuando desaparece toda la frondosidad de la vegetación, no hay más que desierto. No es más que un paisaje, ¿verdad?
Sí, el “paisaje” es una buena analogía. A veces, en el paisaje hay alegría, otras veces, hay desolación. A veces, está verde y, otras, pardo.
Cuando se está inmerso en la película, las experiencias de dicha constituyen “la respuesta”, la escapatoria, mientras que las experiencias horribles son aquello de lo que intentamos escapar.
Eso es, exactamente, mientras que, en cada momento presente en que queda desenmascarada la inmersión, se desmorona y es percibida como consciencia y contenido de la consciencia: la Plenitud, la Unidad, la Presencia, Lo-Que-Es.
Nathan Gill
sábado, 2 de julio de 2011
Diálogo 3.12
Lo más divertido de todo esto es que –si es verdad (como me está empezando a parecer que es) que cada momento es una invitación para ver eso- al mismo tiempo que vas como un loco de un lado para otro haciendo esto o aquello, en cada instante siempre hay algo que te dice:”¡Párate y mira!”.
Claro, ese mensaje se cuela entre toda esa prisa: se cuela en el juego de recordarnos nuestra verdadera naturaleza.
Yo me he llegado a sentir exhausto de tanto buscar y no encontrar nada. Me he sentido absolutamente agotado, harto, hasta diría que deprimido, porque me daba cuenta de que nada de esto tiene ningún sentido, pero continuaba, aunque no se me desvelaba nada: seguía esperando a que se produjera algún tipo de Despertar.
Siempre se hace una proyección hacia el futuro, aunque sea de forma sutil, como el juego de la espera.
No me refiero a sumirme en la dicha suprema… aunque también debo decir que ese “desahogo”, esa “facilidad”, esa sensación de permitir que penetre en tu vida la belleza de todo lo que sucede a tu alrededor –de abrazarlo, por así decirlo- no se me ha ocurrido nunca. Hace muchos años que no siento nada así. Supongo que eso también formará parte del guión pero, en el fondo, sigo creyendo que, si no consigo algo, a menos que esté a lo mío –igual que todos los demás, que parecen estar a lo suyo- habré fracasado.
Al identificarnos con el personaje, nos parece que nosotros hacemos todas las cosas porque las ideas surgen junto con las acciones. El guión nos dice que “yo estoy haciendo tal cosa” mientras que, en realidad, las imágenes aparecen proyectadas en la pantalla y el relato mental discurre simultáneamente.
Me acabo de dar cuenta de lo que acabo de hacer al hablar: me he dividido en dos al decir “yo” o “mi experiencia”. Sin embargo, eso sólo sucede dentro de la película, donde parece que hagamos eso.
Sí, ahora bien, cuando se acaba el juego de la búsqueda, no importa que se utilicen los términos “yo”, “mí” o “mío”, porque ya no hacen referencia a la identificación con el personaje.
Lo personal.
Exacto.
Nathan Gill
viernes, 22 de abril de 2011
Diálogo 3.11
A veces pienso que, como la vida no es gran cosa, es mejor tirar para adelante, ponerme las pilas y hacer todo lo que esta tristeza de mente mía decida que tengo que hacer. Sin embargo, de ese modo, me pierdo toda la belleza que nos rodea.
Ése es el guión más frecuente de esta película de la vida: la Conciencia aparece en forma de un “individuo” que se pasa el tiempo intentando llegar a algún sitio.
Para poder acabar.
Claro, para poder acabar, para que al final se pueda descansar: al final, en lugar de durante, que es esto, el presente.
Y no da tregua, ¿verdad?
Desde el punto de vista de la identificación con el personaje, no da tregua. Ésa búsqueda del fin de los problemas no se acaba nunca porque siempre surgen nuevos problemas.
Nathan Gill
jueves, 21 de abril de 2011
Diálogo 3.10
Se suele decir que el silencio está en los intervalos; que Dios, o la presencia o como quieras llamarlo, está en los intervalos y que hay que escuchar el silencio que hay entre las palabras. En cierto modo, eso es lo que sucede. Cuando el silencio se oye más fuerte que las palabras, es como si te dejaras llevar y te quedaras en ese silencio. Es muy intenso.
Claro que sí, pero la Conciencia no está sólo en los intervalos. Conciencia es lo único que existe. Algunas veces, la película adopta la forma de una conversación intensa y, otras veces, hay espacios de silencio, hay intervalos.
¿Es imprescindible seguir escuchando cosas que nos recuerden nuestra verdadera naturaleza?
No.
Cuando ya se ha escuchado el mensaje unas cuantas veces, en teoría se puede…
Por supuesto pero, mientras sigas asistiendo a reuniones como ésta, se te seguirá recordando.
Hablas de “consciencia y contenido”. ¿Se trata de una fórmula breve que uno puede utilizar para recordarlo?
No, “tú” no puedes recordarte nada, pero puede que se te recuerde de ese modo si eso forma parte del guión de la película.
Nathan Gill
miércoles, 13 de abril de 2011
Diálogo 3.9
Lo que resulta realmente extraño es que a veces siento muy claramente que, simplemente, existo en un espacio sin pensamientos; sencillamente, “sé” que esto es Lo-Que-Es, que esto es el presente. Sin embargo, se mantiene una expectativa muy sutil de que tiene que haber algo más.
Sí, pero eso sigue siendo el fenómeno del embelesamiento aunque, como bien dices, sea algo sutil: la idea de que la Unidad se puede encontrar como parte del contenido de la consciencia o si uno se desliga de él. El recuerdo de nuestra verdadera naturaleza –o el surgimiento del “saber” innato- interrumpe inmediatamente la búsqueda dentro del contenido o neutraliza el motivo para escapar de él. Nuestra verdadera naturaleza es Unidad –no es ni exclusivamente contenido de consciencia ni exclusivamente consciencia- pero puede seguir produciéndose el juego de identificarse y dejarse de identificar con el personaje una y otra vez, por sutil que sea.
A menudo, se reconoce que nuestra verdadera naturaleza es Unidad pero el juego de la “espera”, que consiste en esperar a que se produzca el acontecimiento final, el evento final, se mantiene muy sutilmente. Cuando el “saber” innato se introduce en el guión, se revela un “desahogo”, esa “facilidad”. Es entonces cuando la búsqueda desaparece progresivamente y ese “esperar” tan sutil queda cada vez más socavado.
Por eso, da la sensación de que se trata de algo progresivo…
Por supuesto. La Conciencia mantiene en funcionamiento una infinita cantidad de posibilidades. Esa idea tradicional de que se limita al juego del “acontecimiento final” resulta algo anticuada. Como en el presente sólo existe lo que es, todo lo que suceda –incluida esa sensación de que se trata de algo progresivo- ya es eso de por sí.
Nathan Gill
lunes, 11 de abril de 2011
Diálogo 3.8
Pero, cuando se trata del presente, en realidad lo experimentamos, más que pensar en él…
El relato mental puede aparecer –o no- simultáneamente con otras imágenes, y puede haber pensamientos sobre esas imágenes, en lugar de sobre otras cosas que nos distraigan de ellas. Todos y cada uno de los pensamientos surgen en el presente, y muchos de ellos nos distraen del presente. Algunos de esos pensamientos sobre el presente constituye lo que se denomina “comprensión intelectual”, que es el reflejo del “saber” innato que surge en forma de pensamiento. Se nos recuerda nuestra verdadera naturaleza a base de pensamientos pero, como los pensamientos ( como parte del contenido de la consciencia) son fugaces –siempre aparecen y se van-, cuando surge un recordatorio –que denominamos “comprensión intelectual”- se puede volver a “olvidar”, es decir, ese recuerdo puede desaparecer; sin embargo, cuando se quita la máscara de los pensamientos, se percibe que ese “saber” innato es nuestra verdadera naturaleza, y ya no se necesitan pensamientos: el acto de comprender queda obsoleta.
Nathan Gill
jueves, 7 de abril de 2011
Diálogo 3.7
Entre otros personajes aparentes.
Sí, uno ya no se preocupa de plantear hipótesis, ni de si hay o no elección y todas esas cosas. En este “saber” innato, se vive una vida corriente. Por tanto, no es que se tenga que vivir necesariamente una dicha suprema aunque hay un “desahogo”, una “facilidad”. La búsqueda desaparece; desaparece la agitación que conlleva la búsqueda.
Entonces, ¿qué sentido tiene la vida?
La vida no tiene un sentido determinado: esta película de la vida es el pasatiempo cósmico. Esa pregunta surge desde el punto de vista del "yo", de la identificación con el personaje de la película. Al mantener la identificación con el personaje, también de mantiene una búsqueda constante de una razón de su existencia, de un sentido; parece que el sentido "supremo" de la vida es lo que suele denominarse el "Despertar": volver a despertar en la Unidad.
Pero la Unidad ya existe. Ese "estar despierto" ya existe plenamente y, cuando se deja de tomar en serio el relato mental, lo que hay en el presente es lo que es. No hay nada fuera del presente. Este personaje no tiene ni pasado ni futuro. Puede que el cuento se mantenga pero se deja de tomar en serio.
¿Es correcto decir entonces que los pensamientos siempre se refieren al pasado y al futuro?
También puede haber pensamientos sobre el presente.
Nathan Gill
miércoles, 6 de abril de 2011
Diálogo 3.6
Entonces, ¿no hay un proceso de elección?
En la película hay una elección aparente. Cuando alguien te pregunta: “¿Quieres un té?” y tú respondes: “Sí”… Si fuésemos capaces de desconectar un solo minuto la banda sonora de esta película, veríamos que ahí delante hay una persona y que, un minuto después, llega una taza de té y que, más tarde, se produce el acto de bebérselo. Lo que pasa es que a todo eso se le añade una banda sonora en la que se incluyen los pensamientos de si escojo tal o cual cosa, etc. Todo funciona con el piloto automático pero, aparentemente, existe un proceso de elección… que es la gracia del asunto.
Estando sencillamente presente, toda esa preocupación por las opciones desaparece. Cuando se produce la identificación con el personaje, todo este filosofar nos “distrae” del presente. Surgen pensamientos sobre qué hay que escoger, pensamientos que implican cierta distracción. Todo lo que surja dentro del contenido –ya sea una conversación acerca de las distintas opciones, pensamientos sobre esas opciones o cualquier otra cosa- es lo que tiene de entretenido esta película. Cuando tomamos conciencia de que esto es una película, desaparece por completo cualquier deseo de que algo de esto cambie. En ese momento, lo que hay es lo que es.
Simplemente existencia.
Sí, sin ninguna preocupación por nada de todo esto. Mientras existe ese identificarse y ese dejarse de identificar con el personaje, este tipo de conversaciones seguirá teniendo validez pero, cuando todo eso empieza a desaparecer –toda esa escenificación de la búsqueda- y se va “recordando” que nuestra verdadera naturaleza es Unidad, sencillamente, sólo existe “vivir en el presente”.
Nathan Gill
martes, 5 de abril de 2011
Diálogo 3.5
Por una parte, es como si yo hubiera escogido venir aquí hoy pero, al mismo tiempo, es como si supiera que eso ha sucedido por sí solo.
Todo sucede, simplemente. La película se proyecta sobre la pantalla, incluido el relato mental. Por eso, da la sensación de que existe un “yo” que escoge venir hoy aquí aunque, en realidad, no existe más que el suceso automático de llegar aquí hoy y el relato mental que se va produciendo también de forma automática. No hay un individuo ahí que esté pensando esos pensamientos: esos pensamientos simplemente surgen en la consciencia. Todo se constata en este momento: la consciencia está constatando el contenido de la consciencia. Si nos centramos en el relato mental, da la sensación de que se toman decisiones aunque, en realidad, todo eso es algo completamente espontáneo: todas estas cosas que aparecen en este momento no son nada.
Nathan Gill
domingo, 3 de abril de 2011
Diálogo 3.4
Aunque siento que el conocimiento se va desarrollando, sigo teniendo con frecuencia una sensación de separación.
No es muy frecuente que, al principio, haya una sensación de Unidad pero, a medida que se produce ese dejarse caer en el “saber” innato, esa sensación de estar confinado al cuerpo físico puede parecer difuminarse, de forma que sigue existiendo un cuerpo aquí pero ya no es “mío”. Así, la sensación de ser “yo” –este cuerpo- puede resultar más difusa.
Y ese proceso aparente de evolución puede resultar tan sutil que apenas se nota…
Si, de eso trata la película: de buscar, de asistir a conferencias, de leer libros. Por esa razón, la exclusiva identificación con el personaje ya está bastante socavada en el caso de la mayoría de los personajes que están en esta habitación.
No obstante, “ahí afuera”, “en el mundo” este mensaje sobre nuestra verdadera naturaleza no suele propagarse: no forma parte de la “vida cotidiana” en el guión de la película. Por tanto, en la representación teatral de la vida, tendemos a olvidarnos de nuestra verdadera naturaleza. Todos los personajes se comportan como individuos completamente inconscientes de que todos compartimos la misma identidad. Cuando se produce el recuerdo de nuestra verdadera naturaleza, no es difícil ver que todo –todas y cada una de las formas- son tú mismo. Sin embargo, se mantiene cierta apariencia de separación, de distanciamiento, de perspectiva, como un aspecto funcional para la representación teatral.
Nathan Gill
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