miércoles, 6 de abril de 2011

Diálogo 3.6


Entonces, ¿no hay un proceso de elección?

En la película hay una elección aparente. Cuando alguien te pregunta: “¿Quieres un té?” y tú respondes: “Sí”… Si fuésemos capaces de desconectar un solo minuto la banda sonora de esta película, veríamos que ahí delante hay una persona y que, un minuto después, llega una taza de té y que, más tarde, se produce el acto de bebérselo. Lo que pasa es que a todo eso se le añade una banda sonora en la que se incluyen los pensamientos de si escojo tal o cual cosa, etc. Todo funciona con el piloto automático pero, aparentemente, existe un proceso de elección… que es la gracia del asunto.
Estando sencillamente presente, toda esa preocupación por las opciones desaparece. Cuando se produce la identificación con el personaje, todo este filosofar nos “distrae” del presente. Surgen pensamientos sobre qué hay que escoger, pensamientos que implican cierta distracción. Todo lo que surja dentro del contenido –ya sea una conversación acerca de las distintas opciones, pensamientos sobre esas opciones o cualquier otra cosa- es lo que tiene de entretenido esta película. Cuando tomamos conciencia de que esto es una película, desaparece por completo cualquier deseo de que algo de esto cambie. En ese momento, lo que hay es lo que es.

Simplemente existencia.

Sí, sin ninguna preocupación por nada de todo esto. Mientras existe ese identificarse y ese dejarse de identificar con el personaje, este tipo de conversaciones seguirá teniendo validez pero, cuando todo eso empieza a desaparecer –toda esa escenificación de la búsqueda- y se va “recordando” que nuestra verdadera naturaleza es Unidad, sencillamente, sólo existe “vivir en el presente”.


Nathan Gill