lunes, 27 de febrero de 2012

Diálogo 6.12

Pero es que yo, muchas veces, tiendo a encontrarle un sentido a todo.


Nada tiene ningún sentido, pero eso forma parte del juego: que nos pasemos el tiempo intentando que sucedan cosas especiales, buscando sentido a todo e intentando entender todo; que si encontramos un cristal determinado en una tienda determinada en un momento determinado… y toda esa historia. Todo eso está bien: son cosas que suceden en el guión de la película, pero no deja de ser una película.

Ya…


¡Que conste que yo tengo un montón de cristales ahí guardados! (Se ríen.)

El caso es que me atraen mucho todas estas cosas. No es más que una forma de distracción, ¿no?

Cuando se constata la verdad de este cuento, aunque ya no nos distraiga nada, sigue siendo bonito ver cristales. Ése es el juego. ¿Qué queda por aparecer además de esta película?

Ya, claro.


Se mantiene una vida corriente como personaje, sólo que no hay tensión: ese muelle comprimido del que seguramente me has oído hablar.

domingo, 26 de febrero de 2012

Diálogo 6.11

Vale, me gusta. Me quedo con eso. (Se ríen.) ¡Nadie se queda con nada! Aunque, desde dentro de la película, sienta bien tener un poco de apoyo. (Más risas.)

Visto desde dentro de la película en la que hay búsqueda y comprensión intelectual, e incluso desde el punto de vista del personaje, ese entendimiento puede aportar un gran alivio cuando se derrumban todos los conceptos sobre todas esas cosas que tiene que hacer el “yo”.

Ya, bueno… Casi siempre resulta agradable contar con ese apoyo y saber que todo se está desarrollando tal y como debe hacerlo, que todo es perfecto. Así, una no se siente tan atrapada.

Desde luego.

Pero también soy consciente de la trampa que eso supone.

Sí, aunque sólo se puede llamar trampa desde dentro de la película. Se puede decir que continúa la identificación con el “yo”: “Yo busco”, “Yo comprendo”. El hecho de quitarle la máscara al “yo” no implica que éste tenga que desaparecer sino que, al quedar de3senmascarado, el hecho de comprender queda obsoleto y ya no hay necesidad de tener apoyo. A veces, uno se puede deslizar de nuevo hacia la identificación y, entonces, se vuelve a jugar a buscar y a intentar comprender; después, se recuerda y, una vez más, se ve la realidad de la búsqueda y del intentar comprender.

¿Y eso sucede durante periodos cada vez más cortos?

¡Y dale con el “yo” que quieren que le apoyen! ¿Qué quieres que te diga, que dura dos minutos o treinta años? (Se ríen.)

Hay millones de posibilidades distintas: podría durar un día, podría durar tres semanas o el tiempo que sea. En esta película caben todo tipo de distracciones y todo tipo de formas de recordar.

Es decir: sigue constatando eso y, entonces, casi lo habrás conseguido.

Lo único que existe es el presente, siempre y desde siempre. Por tanto, no hay nada que conseguir: lo de “conseguir algo” es el juego.

Siempre se está ahí pero uno no se da cuenta de que ya lo está.

Así es. Exactamente.

Diálogo 6.10

Pues me parece impresionante lo claras que resultan tus explicaciones. Todo ese asunto del maestro es el aspecto más potente de mi juego de la espera; me refiero al concepto del maestro.

Ahora mismo, la Conciencia simplemente está conversando de esto consigo misma. “El otro” no existe. Hay una apariencia de “muchos” pero todo es esa misma Unidad que habla a través de todas esas bocas, que escucha a través de todos esos oídos, que mira a través de todos esos ojos.

Aunque me da la sensación de que no vas a responder a esta pregunta directamente, en tu experiencia personal, ¿se produjo algún reconocimiento como consecuencia de que te relacionaras con algún maestro en particular?

Si queremos contar un cuento, el del personaje llamado Nathan, te diré que en el guión de su película se produjo un desarrollo progresivo. La lucha personal fue disminuyendo mientras que, cada vez, “recordaba” con más frecuencia. Quedó claro que no hay Despertar alguno, que sólo existe este “estar despierto” ahora mismo y que ahí es donde surge esta historia de un reconocimiento progresivo.

Y, entonces, ese personaje lo reconoció…

No, el personaje no reconoce nada: el personaje es lo que queda desenmascarado.

¡Ah, sí! Entonces, para ti todo fue muy sutil, ¿no?

Sí, como les suele parecer a estos personajes, en esta película aparece un desarrollo progresivo en el que el personaje queda desenmascarado. No es tan usual que se produzca un reconocimiento repentino o que el “yo” desaparezca de golpe y no vuelva a aparecer.

Diálogo 6.9

Como la atención… eso sí que tiene un fuerte vínculo con el “yo” porque da la sensación de que dirigimos la atención hacia donde queremos, que dirigimos la atención por decisión propia.

Sí.

Pero se puede decir que “la atención sucede”.

Sí, aunque también se podría utilizar otro término: digamos que se podría usar la palabra “ver”. Hay veces que simplemente se “ve” y, en otras ocasiones, vemos a través de los ojos del personaje.

¿Qué quieres decir exactamente?

En realidad, sólo existe “ver” permanentemente pero, a veces, se produce el juego de la identificación con el personaje, de forma que da la sensación de que el personaje es el que ve, el que actúa, etc. Es lo que se llama embelesamiento. Entonces, surge el pensamiento: “Estoy viendo”, “Estoy haciendo autoindagación”, “Me estoy recordando a mí mismo quién soy”. En cambio, en realidad sólo existe el hecho de ver, el hecho de recordar.

Entonces, intentas hacer autoindagación o…

No, “tú” no intentas nada. No existe ningún “tú” que haga nada. Sencillamente, todo sucede. Ese “tú” –el “yo”- es un elemento más de lo que sucede en el guión.

¡Qué gusto da recordarlo! ¡Y, además, qué sencillo! ¡De verdad! ¡Lo explicas como un científico! (Se ríen.)

Así es como sale. Nathan no tiene capacidad de reclamar la autoría. Nathan no es más que un elemento más que aparece, igual que “tú”.

Sí.

Igual que todos estos personajes: todos somos exactamente lo mismo. Lo que sucede es que la imagen llamada Nathan tiene como función decir todas estas cosas.

Diálogo 6.8

El relato mental es muy absorbente: a una le apetece involucrarse en él…

Sí, el embelesamiento da la sensación de distraernos y de “apartarnos” del presente. Sin embargo, el presente es lo único que existe: cuando se reconoce ese hecho, el relato mental queda minado, queda desenmascarado.

Sí, desde luego. Tienes toda la razón. Ahora mismo, se siente el presente con mucha fuerza. Es algo que tiene una gran fuerza de atracción.

No es que haya una gran fuerza de atracción. No hay ninguna fuerza de atracción hacia nada. Sencillamente, es.

Vale, pues se produce claramente el reconocimiento.

Sí.

O el embelesamiento se difumina o algo así.

Sí, en momentos como éste, no hay embelesamiento.

Claro.

Ha desaparecido la máscara.

Exacto. Creo que eso es lo que pasa cuando participo en conversaciones como ésta, sobre todo en las reuniones que se extienden durante un día entero. El reconocimiento está muy presente.

Desde luego que sí.

Pero, entonces, surge también el pensamiento de que necesito estar a solas, de que quiero pasar tiempo en silencio.

Por supuesto. Está muy bien asistir a las reuniones y está muy bien pasar tiempo a solas o donde sea. El hecho de recordar es algo que sucede: no es algo que “tú” provoques.
Para “recordar”, no es necesaria ninguna circunstancia en particular.

No, la mayoría de veces surge como las mareas pero… a veces tengo incluso la sensación de que lo he fomentado.

Claro. Quizás, en tu guión, el personaje toma aparentemente la iniciativa de investigar sobre el “yo”, de hacer algún tipo de indagación o cualquier otra cosa que sirve de recordatorio. Pero sólo es algo aparente porque todo sucede de forma absolutamente espontánea. Sólo desde el punto de vista de ese “yo” se reclama la autoría de todo: “Yo estoy haciendo algo. Yo indago. Yo investigo el yo…”. En realidad, todo sucede, simplemente.

Diálogo 6.7

Con respecto al asunto de la espera: es una trampa interesante que nunca que había parado a pensar.

Cualquier forma de espera implica que algo está aún por llegar, que algo sucederá en el futuro. Pero sólo existe el presente y es en él donde se desarrolla este juego de esperar. El presente ya existe: la consciencia y el contenido que aparece en este momento. Eso es innegable. El presente no requiere de nada. Es lo único que existe.

En mi opinión, es importante escuchar eso una y otra vez porque, a algunos, se nos olvida con facilidad. Estoy segura de que leerlo en un libro también es una buena forma de recordarlo.

Por supuesto. No hay ningún requisito de que se tenga que estar en compañía de un personaje determinado para que eso se pueda recordar. No es en absoluto necesario. Se puede recordar a través de un libro o de muchas otras formas.

Ajá, pues eso no pasa muy a menudo. ¿Conoces algún caso en el que haya sucedido?

Al parecer, con la interacción “en vivo”, por así decirlo, hay más posibilidades de que se desactiven esos juegos sutiles. En cambio, al leer un libro, es fácil montar una historia en torno al contenido. Resulta mucho más difícil inventarse una historia cuando se entra en una habitación donde hay un personaje y donde se plantean preguntas que van minándose una tras otra. En ese aspecto, la presencia viva de alguien no resulta muy “complaciente”.

Supongo que en eso consiste la “resonancia”: de alguna manera, se sintoniza con eso pero sin ser consciente de ello. Me imagino que debe de ser como el efecto diapasón.

Claro, por supuesto, pero tampoco hay que convertirlo en algo especial. Uno puede estar en sintonía con un libro o con un gamberro que está destrozando la marquesina de una parada de autobús… Y eso ya es suficiente: para que se produzca este “reconocimiento” no se requiere ninguna circunstancia especial.

Ya, ¡pero le queda a una tan claro cuando algo se lo recuerda constantemente!

El relato mental se va a minar sin cesar. Toda esa búsqueda –todo ese andar de aquí para allá intentando conseguirlo- es un cuento. Ahora mismo, ¿qué es lo que existe? ¿Qué relato mental nos puede dejar embelesados? No hay más que una sencilla habitación con dos personajes; la consciencia y su contenido surgen en este preciso instante. Ahora mismo, hay una consciencia que lo constata todo y aquello que se está constatando. Eso es el presente. Eso es la Unidad.

Diálogo 6.6

Resulta muy difícil entenderse con las palabras, ¿verdad? Es decir, intentas expresarte lo más claramente posible y estoy segura de que, desde tu punto de vista, es difícil. Sé que el lenguaje se queda escaso para todo el mundo pero es que llega un momento en que una misma se da cuenta de lo escaso que resulta.

Sí, muchos de los personajes que asisten a las reuniones son gente extremadamente aguda. Por eso, este mensaje tiene que ser lo más preciso posible. Divagar sobre “la verdad” y “la iluminación” ya no “cuela” hoy en día.

En cierto modo, es como si ya supiéramos demasiado. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Es como si ya estuviera todo dicho. Hace años, todo esto resultaba novedoso pero, ahora, es como si no quedase nada que decir. ¡Es que no se puede explicar con más claridad!

Ya.

¡Ahora buscamos “lo más clarísimo”! ¡Qué barbaridad!

Es la naturaleza del juego de la búsqueda en la representación teatral de la vida: siempre se pasa por alto lo más sencillo y evidente para intentar encontrar algo más. Aquí hablamos de algo muy sencillo pero con una terminología muy precisa.

Exacto. Esta búsqueda de algo más no tiene fin. En Estados Unidos, se inventan neologismos con expresiones como: “They´re really laser” o “They´re really crisp”.
(Jerga norteamericana sin traducción al castellano. Equivaldría a decir: “Son un láser” o “Son cortantes”. N del T).

(Riéndose.) ¿De verdad? Nunca había oído esas expresiones.

Diálogo 6.5

He leído que, cuando estás buscando y esperando algo, el juego de la espera es “el último respiro”.

Puede ser pero, dentro de la película, el hecho de enterarse de esto y de aceptarlo constituye otro “jueguecito” sutil que nos distrae del presente.

Es la certificación del juego de buscar y esperar:”¡Claro! En este momento, estás metida en el juego de buscar y esperar”, aunque eso puede durar cinco semanas o cincuenta años.

¡Desde luego! ¡En mi caso serán cincuenta años! Y, para entonces, ya me habré muerto.

Ese interés por el juego de buscar y esperar es una distracción más. Es una forma sutil de esperar.

Diálogo 6.4

La parte que más me cuesta seguir es todo aquello que trata sobre el “yo”. No acierto a ver en qué casos el “yo” se apodera de la situación.

Nada se apodera de nada: sólo existe un juego de identificación y desidentificación. No existe más que la consciencia y su contenido, que brotan en el momento presente, aunque puede que se produzca el embelesamiento por el que el aspecto de la consciencia pasa desapercibido ya que se produce una identificación con el contenido.

Sigo pensando que debe de haber algo que yo pueda hacer para desgastar un poco más a ese “yo”.

Bueno, puede que, en este relato, aparezca cierta forma de indagación, una forma de “investigación del yo”, pero no serás “tú” quien lo haga.

De acuerdo. Dicho de otro modo, ¿aparece si le da por ahí? Hay momentos en los que no tengo la sensación de que vaya a aparecer.

Cuando surge es porque sucede. De eso va el cuento, ¿no crees? La Conciencia se manifiesta en forma de un personaje que se involucra en un juego que consiste en investigar el “yo” de alguna manera. Pero eso no reviste ninguna importancia en particular, aparte del hecho de participar en el cuento como personaje.

Simplemente se constata. Todo se constata, supongo, y ese hecho de constatar implica reconocer.

Sí, se ve la realidad de la película de la identificación con el personaje. Por eso no hay ni la más mínima necesidad de que nada cambie o desaparezca. El personaje sigue apareciendo como tal. No es que, de repente, desaparezcamos de esta película y aparezcamos en algún otro sitio como por arte de magia.

Yo no busco eso pero me imagino que lo que busco es tener las experiencias que otros dicen haber tenido.

Es que, dentro del relato, ése es el incentivo que lo mantiene, ¿no crees?

Ya, claro

La Conciencia aparece en el momento presente en forma de todos y cada uno de los personajes y, cuando se habla o se escribe sobre esas experiencias, aparecen como un estímulo de distracción dentro del relato, como una “desconexión” del presente.

Diálogo 6.3

Los relatos mentales más difíciles de sobrellevar son cuando piensas que te vas a quedar atrapada, que vas a ser la única que no lo va a conseguir, la que no lo va a ver.

El guión  tiene puesto el piloto automático e incluye la aparición de todos esos miedos y de toda esa ansiedad por no conseguir ver. No es más que una indicación de que lo único que existe de por sí es “estar despierto”, la Unidad y, quizás, un relato que trata sobre la incapacidad de conseguirlo.

Ya… (Suspira.) Ya lo sé. (Se ríe.) ¿Podrías comentar un poco lo que mencionas en tu obra Claridad sobre el hecho de esperar a que se produzca una confirmación del “estar despierto”?

A las charlas asisten muchos personajes y se advierte ese juego sutil que consiste en esperar que algo aparezca de forma distinta, que se produzca algún tipo de “acontecimiento” o de experiencia de confirmación. Pero, ¿qué confirmación puede necesitar el presente? La consciencia y su contenido surgen en el momento presente: ¿qué confirmación puede necesitar eso? ¡Si no puede ser más evidente! Ahora bien, si el guión del personaje implica que se le recuerde de esta manera, así será.

Diálogo 6.2

En la última charla dijiste que, al parecer, la búsqueda se agota.

Quizás en algunos casos, pero no es condición sine qua non. La sensación de individualidad podría desaparecer de forma repentina y completa, pero eso no depende en absoluto de que se consuma o no la búsqueda.

¡Ah, qué bien! (Se ríen.)

Existen todas esas historias de que el personaje tiene que acabar exhausto, irse a vivir al desierto, atravesar la noche oscura del alma, y todo lo demás. Pero todo eso sólo es un cuento, un mito. Quizás suceda algo así o quizás no.

Ahora mismo, ya existe la consciencia de por sí, y su contenido, que surge en este momento presente, y puede que la atención y la concentración se centren en el relato mental que brota como parte del contenido, lo cual parece distraernos de ese sencillo reconocimiento de la consciencia y de su contenido… Pero no es más que un cuento. Desde siempre y permanentemente, lo único que hay es el presente.

Sí, eso se ve y eso también mina al “yo”, ¿verdad?

Sí, se ve que el “yo” es un cuento que brota como parte del contenido.

¿Puedo conformarme de momento con la idea de que existe un desarrollo aparente?

Bueno, eso es introducirse de nuevo en el relato del “yo”.

Ya… ¡Caramba! ¡Sí que resulta difícil no caer en él una y otra vez!

Esa lucha aparente forma parte del guión, del cuento, y sucede de forma automática. Puede continuar o desenmascararse como parte del guión de alguna manera: con un desmoronamiento repentino del “yo” o con la indagación del “yo”. De todas formas, nada de eso resulta necesario.

jueves, 23 de febrero de 2012

Diálogo 6.1 La mujer de la película de vaquero

Una de las cosas principales de las que quería hablar es del hecho de que percibo esto y la pregunta es: si realmente percibo esto, entonces, ¿por qué no lo percibo? ¿Entiendes lo que quiero decir? De verdad que percibo la consciencia y yo…

¿Quién la percibe realmente?

Se percibe.

Sí, se percibe.

Se percibe… a menudo. Bueno, no es que a menudo signifique la mitad del día ni nada por el estilo, pero sí con bastante frecuencia: se percibe esto.

Ya, o sea que podríamos decir que se recuerda y se olvida: hay identificación y desidentificación.

Sí, pero es que sucede tantas veces al día que una se plantea que, si se ve, ¿por qué no se queda?, ¿por qué se va?

¿A quién se le va? Cuando preguntas: “¿Por qué no se queda?”, automáticamente se vuelve a dar por sentada la existencia de un “yo” individual mientras que, cuando afirmas: “Se ve”, ese hecho de ver es tu verdadera naturaleza, ¿no?

Sí, claro, pero entonces surge el pensamiento de que tiene que haber algo más.

Claro, los pensamientos aparecen como parte del contenido y los pensamientos aparecen en forma de relato, ¿verdad? “Tiene que haber algo distinto”.

“Tiene que haber algo más”

Con todo el montaje de la “Iluminación” nos han hecho creer que debe producirse una experiencia maravillosa y fantástica.

O, aunque sea, sutil pero algo mejor que esto…

Sí, siempre se busca algo más de lo que ya existe… Es innegable que este tipo de experiencias, de acontecimientos, se producen, pero sólo se producen en esta consciencia que ya existe.

Ya…

No son más que una configuración distinta del contenido. Por tanto, ya existe la consciencia y su contenido, y en ese contenido actualmente surgen pensamientos: quizás, pensamientos referentes a una sutil insatisfacción con ese contenido, una sensación de que tendría que ser distinto en algo. Eso es el relato mental, la identificación con el relato mental: el embelesamiento.

Entonces… ¿se trata de constatar eso, básicamente?

“Tú” no puedes constatarlo pero puede constatarse.

Ya… No se puede controlar, ¿verdad?

No, todo surge por decisión suya.

Diálogo 5.12

Pero, para que la película funcione, tiene que haber una inmersión total en el guión o en el relato porque, si se está sólo a medias, no va a funcionar.

No se trata de que la película funcione o deje de funcionar. Simplemente, todo existe tal y como es. Existe consciencia del contenido de la consciencia y sucede que el contenido de la consciencia es una película que trata de la búsqueda de la Plenitud: no es que la consciencia se esfuerce por olvidarse de sí misma, sino que el guión de la película –que la consciencia está contemplando- trata sobre el olvidar y el recordar.

Eso que comentas de la inmersión a medias puede ser una peculiaridad del guión de tu película, según la cual reconoces tu verdadera naturaleza aunque, sin embargo, dentro del guión, surgen unas escenas particularmente absorbentes (de placer o de sufrimiento); por eso, es como si el “yo” estuviera desmotivado o fuera incapaz de quitarse completamente la máscara.

En cierto modo sería como ver East Enders (Telenovela de la BBC de gran popularidad en el Reino Unido) desde todas las cámaras al mismo tiempo. Resultaría difícil tomárselo en serio.

Exactamente. Ésa es una buena forma de describir lo que sucede en una charla de este tipo: todas las cámaras están emitiendo.

Entonces, en la película, se desarrolla algo así como un proceso de descubrimiento del decorado, así como el hecho de percatarse de que se trata de un escenario con todo su atrezo.

Así es. Todo forma parte del decorado: todos los pensamientos, todos los sentimientos, todas las imágenes son el decorado.

¿Y nada en todo eso tiene ningún propósito?

No, la Conciencia aparece en forma de personajes que están charlando sobre ser conscientes de la consciencia. (Risas.)

¿Hay algo que para ti siga siendo un misterio?

Simplemente existe Lo-Que-Es. Todo es un misterio absoluto. Aquí (Refiriéndose a sí mismo) no se esconde ningún conocimiento oculto: sencillamente se contempla todo tal y como aparece. Igual que te sucede a ti. Lo que ocurre es que, en el caso de algunos personajes, se repite más el hecho de sumirse en el embelesamiento y salirse de él. Cuando se ve que todo es una película, todo sigue siendo un misterio y la vida puede continuar básicamente con el guión que siempre ha tenido, pero la ausencia de búsqueda implica un cierto “desahogo”, una cierta “facilidad”.

Ramana Maharshi se pasó cincuenta años sentado en un sofá.

¡Tal y como lo cuentas, parece muy tentador! (Todos ríen.)
Gracias a todos por vuestras excelentes preguntas de hoy, aparentando ser buscadores.

¡Es que eso no es difícil! (Más risas.)

Pero vuestro disfraz, no me lo creo.

Gracias por no darnos nada.

De nada.