domingo, 26 de febrero de 2012

Diálogo 6.8

El relato mental es muy absorbente: a una le apetece involucrarse en él…

Sí, el embelesamiento da la sensación de distraernos y de “apartarnos” del presente. Sin embargo, el presente es lo único que existe: cuando se reconoce ese hecho, el relato mental queda minado, queda desenmascarado.

Sí, desde luego. Tienes toda la razón. Ahora mismo, se siente el presente con mucha fuerza. Es algo que tiene una gran fuerza de atracción.

No es que haya una gran fuerza de atracción. No hay ninguna fuerza de atracción hacia nada. Sencillamente, es.

Vale, pues se produce claramente el reconocimiento.

Sí.

O el embelesamiento se difumina o algo así.

Sí, en momentos como éste, no hay embelesamiento.

Claro.

Ha desaparecido la máscara.

Exacto. Creo que eso es lo que pasa cuando participo en conversaciones como ésta, sobre todo en las reuniones que se extienden durante un día entero. El reconocimiento está muy presente.

Desde luego que sí.

Pero, entonces, surge también el pensamiento de que necesito estar a solas, de que quiero pasar tiempo en silencio.

Por supuesto. Está muy bien asistir a las reuniones y está muy bien pasar tiempo a solas o donde sea. El hecho de recordar es algo que sucede: no es algo que “tú” provoques.
Para “recordar”, no es necesaria ninguna circunstancia en particular.

No, la mayoría de veces surge como las mareas pero… a veces tengo incluso la sensación de que lo he fomentado.

Claro. Quizás, en tu guión, el personaje toma aparentemente la iniciativa de investigar sobre el “yo”, de hacer algún tipo de indagación o cualquier otra cosa que sirve de recordatorio. Pero sólo es algo aparente porque todo sucede de forma absolutamente espontánea. Sólo desde el punto de vista de ese “yo” se reclama la autoría de todo: “Yo estoy haciendo algo. Yo indago. Yo investigo el yo…”. En realidad, todo sucede, simplemente.