La parte que más me cuesta seguir es todo aquello que trata
sobre el “yo”. No acierto a ver en qué casos el “yo” se apodera de la
situación.
Nada se apodera de nada: sólo existe
un juego de identificación y desidentificación. No existe más que la
consciencia y su contenido, que brotan en el momento presente, aunque
puede que se produzca el embelesamiento por el que el aspecto de la
consciencia pasa desapercibido ya que se produce una identificación con
el contenido.
Sigo pensando que debe de haber algo que yo pueda hacer para desgastar un poco más a ese “yo”.
Bueno,
puede que, en este relato, aparezca cierta forma de indagación, una
forma de “investigación del yo”, pero no serás “tú” quien lo haga.
De acuerdo. Dicho de otro modo, ¿aparece si le da por ahí? Hay momentos en los que no tengo la sensación de que vaya a aparecer.
Cuando
surge es porque sucede. De eso va el cuento, ¿no crees? La Conciencia
se manifiesta en forma de un personaje que se involucra en un juego que
consiste en investigar el “yo” de alguna manera. Pero eso no reviste
ninguna importancia en particular, aparte del hecho de participar en el
cuento como personaje.
Simplemente se constata. Todo se constata, supongo, y ese hecho de constatar implica reconocer.
Sí,
se ve la realidad de la película de la identificación con el personaje.
Por eso no hay ni la más mínima necesidad de que nada cambie o
desaparezca. El personaje sigue apareciendo como tal. No es que, de
repente, desaparezcamos de esta película y aparezcamos en algún otro
sitio como por arte de magia.
Yo no busco eso pero me imagino que lo que busco es tener las experiencias que otros dicen haber tenido.
Es que, dentro del relato, ése es el incentivo que lo mantiene, ¿no crees?
Ya, claro…
La
Conciencia aparece en el momento presente en forma de todos y cada uno
de los personajes y, cuando se habla o se escribe sobre esas
experiencias, aparecen como un estímulo de distracción dentro del
relato, como una “desconexión” del presente.