domingo, 26 de febrero de 2012

Diálogo 6.11

Vale, me gusta. Me quedo con eso. (Se ríen.) ¡Nadie se queda con nada! Aunque, desde dentro de la película, sienta bien tener un poco de apoyo. (Más risas.)

Visto desde dentro de la película en la que hay búsqueda y comprensión intelectual, e incluso desde el punto de vista del personaje, ese entendimiento puede aportar un gran alivio cuando se derrumban todos los conceptos sobre todas esas cosas que tiene que hacer el “yo”.

Ya, bueno… Casi siempre resulta agradable contar con ese apoyo y saber que todo se está desarrollando tal y como debe hacerlo, que todo es perfecto. Así, una no se siente tan atrapada.

Desde luego.

Pero también soy consciente de la trampa que eso supone.

Sí, aunque sólo se puede llamar trampa desde dentro de la película. Se puede decir que continúa la identificación con el “yo”: “Yo busco”, “Yo comprendo”. El hecho de quitarle la máscara al “yo” no implica que éste tenga que desaparecer sino que, al quedar de3senmascarado, el hecho de comprender queda obsoleto y ya no hay necesidad de tener apoyo. A veces, uno se puede deslizar de nuevo hacia la identificación y, entonces, se vuelve a jugar a buscar y a intentar comprender; después, se recuerda y, una vez más, se ve la realidad de la búsqueda y del intentar comprender.

¿Y eso sucede durante periodos cada vez más cortos?

¡Y dale con el “yo” que quieren que le apoyen! ¿Qué quieres que te diga, que dura dos minutos o treinta años? (Se ríen.)

Hay millones de posibilidades distintas: podría durar un día, podría durar tres semanas o el tiempo que sea. En esta película caben todo tipo de distracciones y todo tipo de formas de recordar.

Es decir: sigue constatando eso y, entonces, casi lo habrás conseguido.

Lo único que existe es el presente, siempre y desde siempre. Por tanto, no hay nada que conseguir: lo de “conseguir algo” es el juego.

Siempre se está ahí pero uno no se da cuenta de que ya lo está.

Así es. Exactamente.