domingo, 26 de febrero de 2012

Diálogo 6.2

En la última charla dijiste que, al parecer, la búsqueda se agota.

Quizás en algunos casos, pero no es condición sine qua non. La sensación de individualidad podría desaparecer de forma repentina y completa, pero eso no depende en absoluto de que se consuma o no la búsqueda.

¡Ah, qué bien! (Se ríen.)

Existen todas esas historias de que el personaje tiene que acabar exhausto, irse a vivir al desierto, atravesar la noche oscura del alma, y todo lo demás. Pero todo eso sólo es un cuento, un mito. Quizás suceda algo así o quizás no.

Ahora mismo, ya existe la consciencia de por sí, y su contenido, que surge en este momento presente, y puede que la atención y la concentración se centren en el relato mental que brota como parte del contenido, lo cual parece distraernos de ese sencillo reconocimiento de la consciencia y de su contenido… Pero no es más que un cuento. Desde siempre y permanentemente, lo único que hay es el presente.

Sí, eso se ve y eso también mina al “yo”, ¿verdad?

Sí, se ve que el “yo” es un cuento que brota como parte del contenido.

¿Puedo conformarme de momento con la idea de que existe un desarrollo aparente?

Bueno, eso es introducirse de nuevo en el relato del “yo”.

Ya… ¡Caramba! ¡Sí que resulta difícil no caer en él una y otra vez!

Esa lucha aparente forma parte del guión, del cuento, y sucede de forma automática. Puede continuar o desenmascararse como parte del guión de alguna manera: con un desmoronamiento repentino del “yo” o con la indagación del “yo”. De todas formas, nada de eso resulta necesario.