martes, 25 de octubre de 2011

Diálogo 4.4

¿Cómo se consigue reconocer que eso es lo que tú eres y no ese “yo”? el pensamiento del “yo” no puede conseguirlo. Supongo que lleva tiempo intentándolo…

Claro, el “yo” no puede hacerlo porque el “yo” es lo que queda desenmascarado. Lo único que se puede decir es que, como parte del guión de la vida, el embelesamiento con el relato mental se desenmascara de forma progresiva –o repentina-.

Entonces, en el guión, ¿yo he sido un “yo” que intenta desenmascararlo?

Ese “yo” que intenta desenmascararlo, en realidad, forma parte del relato: eso es el embelesamiento. Eso es lo que se está describiendo aquí, en este momento: el final –o el desenmascaramiento- del embelesamiento.

Ya… y que no te pongas a buscarlo…

Es que no hay opciones. El guión tiene el piloto automático. Todo sucede de forma automática: la identificación con el personaje, la dedicación a la búsqueda y quizás, la aparición del reconocimiento de la Unidad en el guión.

Entonces, aunque yo crea que soy el “yo” y me digan que lo que existe es la Unidad y que ésa es mi naturaleza, ¿no puedo hacer nada para darme cuenta?

No, porque ese “yo” que se ha adoptado, el hecho de centrarse de forma exclusiva en el aspecto del contenido de la Unidad –o contenido de la consciencia-, es lo que queda desenmascarado. El reconocimiento se introduce en el guión pero no es el “yo” el que lo reconoce.

O sea que se va introduciendo sin que yo tenga que esforzarme lo más mínimo por intentar comprenderlo, porque ello implicaría prolongar el pensamiento de que soy un “yo” que puede hacer algo.

Sí, en el guión parece reforzar al “yo”.  Claro que siempre puede haber un esfuerzo aparente…

Me estoy dando cuenta en este momento de que soy el “yo” pero no hace falta que le añada nada, es decir, que él no necesita que se le añada nada.

Exactamente.

De acuerdo. Por tanto, si sucede algo que dé la sensación de disminuir a ese “yo”, sucederá por sí solo, no como consecuencia de que “yo” haga nada al respecto.

Efectivamente pero, desde dentro del guión, puede seguir pareciendo que existe un “yo” que hace algo para conseguir ese fin.

Nathan Gill

(Ya estás despierto)

sábado, 22 de octubre de 2011

Diálogo 4.3

No, no… Por tanto, no hay ningún problema con que brote el pensamiento del “yo”: como bien dices, forma parte del decorado. Sin embargo, lo pasamos por alto y el relato parece real.

Exacto.

El pensamiento del “yo” no es el problema sino el hecho de que se pase por alto.

Así es.

Pero uno no tiene el control sobre nada. Todo sucede, simplemente, ¿no es así?

Sí, por eso, todo lo que sucede aquí es una descripción, no una prescripción.

Pero, desde mi “yo”, da la sensación de que tú tienes un efecto sobre lo que acontece.

Exacto.

Y, entonces, surge este pensamiento: “Bueno, yo no provoco ningún efecto. Todo acontece, sencillamente”, pues no puede existir un efecto si no ha existido otro momento en el que existiera la causa, y sólo existe lo que está sucediendo ahora.

Sí, en esta obra teatral, eso es lo que llamamos comprensión intelectual: el reflejo del “saber” innato. Sigue habiendo un “yo” que comprende y eso, en el guión, parece que tiene un efecto liberador.

Por tanto, si soy consciente de eso, es porque ya no considero que yo pueda influir de alguna manera sobre lo que vaya a suceder.

Así es.

En cierto modo, no es muy agradable pensar que tú no influyes en nada.

Ya, pero es que ahora nos hemos vuelto a meter en el relato mientras que, en realidad, ese “yo” que quiere influir sobre algo no es más que una parte de lo que está sucediendo en el momento presente.

Por tanto, se convierte en algo que simplemente constata, en lugar de intentar comprender.

Sí, pero no eres “tú” quien lo constata: simplemente se constata.

Nathan Gill

(Ya estás despierto)

Diálogo 4.2

Entonces, eso no tiene por qué cambiar para poder reconocer que la Unidad es lo que eres realmente.

Aunque la apariencia de ser este personaje se mantenga, puede existir el reconocimiento de que eso no es lo único que somos. No somos solamente la persona sino también la posibilidad de constatarla: la consciencia, así como su contenido. La Unidad es todo eso, incluida la aparente separación. No se trata de que algo deba cambiar: ahora mismo, ya hay consciencia, y esa consciencia está constatando el contenido de la consciencia en este preciso momento.

Claro, pero sin ser consciente de que es consciencia.

Dentro del guión, el “tema” de esta conversación parece referirse al hecho de recordar constantemente nuestra verdadera naturaleza; la Unidad en sus dos aspectos de consciencia y de contenido de la consciencia. Está lo que contempla y lo contemplado.

¡Pero es que este “yo” tiene ganas de hacer algo! (Se oyen risas.)

¿Qué es lo que quiere hacer ese “yo”?

Quiere reconocer algo.

¿Es decir, que esa idea que brota se refiere a la objetivación de la consciencia?, ¿para convertirla en algo concreto? , ¿para encontrarla, en realidad, dentro del contenido?

Sí, para saber qué es.

De acuerdo, pero es que, en realidad, la consciencia no se puede “conocer” porque ella es el acto mismo de conocer: es el acto de constatar todo lo que aparece. Es una nada determinada que lo contempla todo.

Vale…

Se busca algún tipo de conocedor supremo pero, en realidad, lo único que existe es el “saber” innato. Siempre es algo inmediato. Siempre es ahora mismo. Si se proyecta como un despertar que tiene que acontecer en un futuro, es que algo se está pasando por alto.

Entiendo que nunca va a existir ningún otro momento.

Exacto. Por tanto, tiene que haber algo en el presente que se está pasando por alto. Estos conceptos de consciencia y contenido de la consciencia son indicadores que apuntan hacia el presente. No hace falta que miremos al futuro para que aparezcan.

Nathan Gill

(Ya estás despierto)

domingo, 9 de octubre de 2011

Diálogo 4.1 Conversación telefónica con la mujer del Norte

Yo no puedo percatarme de que existe la consciencia, con su contenido, ¿verdad?

No, percatarse es un hecho espontáneo, propio del desarrollo de la película de la vida, mediante el cual reconocemos la Unidad –nuestra verdadera naturaleza- sirviéndonos del personaje del guión. El embelesamiento con el contenido queda evidenciado: se reconoce que la consciencia existe simultáneamente con su contenido, los dos aspectos de la Unidad.

Sí, porque, si no existiera la consciencia, el contenido no podría existir. Esta pared no existiría si no hubiera consciencia de ella.

Sí, pero lo más importante es que surgen de forma simultánea. Son, sencillamente, dos aspectos de una sola cosa: Unidad, la Plenitud. ¡Es la pared que se está viendo a sí misma!

Efectivamente, pero tú ya has vivido, con anterioridad, en el mundo y lo veías como yo lo veo ahora, ¿verdad?

Bueno, “nosotros” somos apariciones de la Unidad. De este lado, no se ve nada de forma distinta. Lo único que sucede es que a los pensamientos se les ha caído la máscara. El embelesamiento con ese aspecto de la Unidad que constituye el contenido ha dejado de ser el tema exclusivo. Todo lo que aparece sigue viéndose igual, sólo que el relato mental ha pasado a formar parte del paisaje en lugar de ser un “filtro” –como resulta ser cuando existe la identificación con el “yo”-.

Algo así como parecer que eres una persona, un individuo, que está mirando a una pared.

Exacto.

¿Tú has experimentado eso?

Aparentemente, eso sigue siendo igual ahora. Esa sensación de separación, de que una persona está mirando a una pared, resulta funcional: funcional dentro de la obra de teatro, como parte del guión. Sin esa aparente distancia y separación, la obra no podría representarse.

De acuerdo. Por tanto, ¿no hay nada malo en sentir que se está mirando una pared?

En absoluto.

Nathan Gill

sábado, 8 de octubre de 2011

Diálogo 3.24


Así, no hay todo ese lastre de una persona que es la responsable del mundo o del personaje. A mí, personalmente, me resulta de gran ayuda pensar que no hay un responsable de lo que se hace. “Yo no creo mi vida, no controlo las cosas”: ese pensamiento me libera de culpabilidad, de creer que debo hacer algo para cambiar algo. A excepción de lo que comenté antes sobre mi hija, (ver entrada 3.14) que es un poco peliagudo por la carga emocional que conlleva, lo demás resulta cada vez más fácil.

Claro, desde el punto de vista del que se identifica con el personaje en la película de la vida, algunos conceptos, como no adjudicarse la autoría de nada, resultan muy útiles cuando empiezan a introducirse en el guión, porque se suelta mucho lastre. Por tanto, cuando se desarrolla la comprensión intelectual –aun manteniendo la identificación con el personaje-, ese tipo de conceptos aportan mucha relajación dentro de la película. No obstante, la comprensión intelectual nunca desembocará en ningún tipo de despertar del sueño de la identificación con el personaje porque la comprensión intelectual forma parte de la película y, sencillamente, queda obsoleta cuando surge el “saber” innato.

Entonces, Nathan, cuando te encuentras con personas que están profundamente metidas en el guión o en sus sueños, que no son conscientes o no se dan cuenta de nada de lo que estamos hablando aquí, ¿no te entran ganas de revelarles algo de todo esto?

Ni remotamente: no.

¿Crees que resultaría peligroso?

No sé si sería peligroso pero, probablemente, todo esto les sonaría a chino, ¿no te parece? Cualquier impulso por explicar algo a “los demás” implica fortalecer el cuento de este personaje que os habla y, cuando se le ha quitado la máscara, todo eso deja de tener importancia. No hay nada absolutamente malo en el hecho de que esos “otros” personajes aparentes estén embelesados con su papel. La Conciencia aparece y ya está despierta, con la forma de todos y cada uno de los personajes, aunque sin que se reconozca. Por tanto, cuando surge el reconocimiento, ya no hay ninguna necesidad ni ninguna planificación de hacer nada al respecto.

Tal vez, si el embelesamiento se desmorona de forma espectacular, puede surgir un pensamiento del tipo: “¡Caramba! ¡Esto es una revolución! ¡Es absolutamente impresionante! ¡Se lo tengo que contar a todo el mundo!”, pero apenas hay personajes a quienes les pueda interesar. ¿Y por qué les iba a interesar? La Conciencia ya está despierta con la forma de todos y cada uno de los personajes, y no tiene ningún interés en reconocerse a sí misma como Conciencia. En estas charlas, se plantean preguntas y surgen respuestas, pero no son más importantes que cualquier otra conversación cotidiana dentro de la película.

¿Quieres decir con eso que, a ti, ese tipo de interacciones te resultan igual de entretenidas?

Claro que sí. En una barbacoa, se habla, generalmente, de cosas materiales, de cotilleos sociales, y tú vas y participas. En la película, como tú vas de buscador serio, metido en el camino, andando “por el filo de la navaja”, esas conversaciones triviales son tabú. No debes leer novelas: ¡sólo los libros “espirituales” que acaban de salir! Sin embargo, cuando se termina todo eso, todo lo que surge está bien; cuando se le quita la máscara al “yo”, todo ese espectáculo de la búsqueda fallece de muerte natural.

Ya no tengo tantos motivos para seguir viniendo a estas charlas, pero el caso es que sigo viniendo… para pasar el rato.

Bueno, tómatelo como su fueras a un club a aprender a jugar al billar. No dejarás de ir al club cuando le hayas cogido el tranquillo al juego; seguirás apareciendo por allí para pasar el rato, tomarte una cañita y echar una partida.

Me gusta ese ejemplo. ¿Dónde están las cañitas?

Nos las hemos tomado con la comida. (Todos ríen.) Bueno, creo que hemos terminado por hoy.

Gracias, Nathan.

Gracias por todas estas excelentes preguntas.

Nathan Gill

jueves, 6 de octubre de 2011

Diálogo 3.23


Da la sensación de que ese “relax”, ese desahogo, aporta una espontaneidad, un no tener que plantearse si puedo hacer esto o debo hacer lo otro, sino que sólo existe el fluir natural de todo lo que sucede, incluidas ciertas cosas que, desde luego en mi caso, jamás me habría imaginado que iba a hacer porque habría pensado: “Soy incapaz de hacerlo. ¡Hay demasiada gente aquí y yo soy incapaz de hablar en público!”… Ahora lo que sucede es que hay cosas con las que se fluye con toda naturalidad, sin que el “yo” empiece a decir: “Soy incapaz de hacerlo”…

Sí, esa historia del “yo” que dice: “Soy incapaz de hacerlo” se desarrolla al mismo tiempo que lo que sucede realmente. Cuando le quitamos la máscara al relato mental, esa historia puede continuar pero ya no nos la creemos, por lo que todo resulta más espontáneo.

A veces te das cuenta de que encajas perfectamente en algo y, entonces, te viene el pensamiento de que eso no te habría pasado antes. No sucede necesariamente todo el tiempo, sino que se vislumbra de vez en cuando.

Sí, claro.

Nathan Gill

martes, 4 de octubre de 2011

Diálogo 3.22


Entonces, las cosas por las que te has interesado hasta ahora –cualquiera de esas cosas pero, básicamente, cuestiones intelectuales como la filosofía, por ejemplo-… ¿Todo eso desaparece?

Todo lo que esté relacionado con el funcionamiento de esta vida desde la perspectiva del personaje queda obsoleto. Existe la vida, tal y como es, pero intentar entenderla de alguna manera constituye una búsqueda del que está identificado con el personaje. No hay más que la película que aparece en la pantalla.

Ahora bien, desde un punto de vista práctico, si hablamos de hobbies como tricotar, la jardinería, la arqueología o algo así, es posible que se sigan haciendo porque el personaje tiene ciertas tendencias y con esas actividades no se intenta encontrar una forma de escapar del guión de la película sino que constituyen un mero pasatiempo dentro de ella. Sin embargo, todo lo que tenga que ver con salirse de la película e intentar encontrarle un sentido queda obsoleto, deja de despertar interés.

Pero la película prosigue tal cual, no puede ser de otra manera. Todo coexiste.

Por supuesto.

Y la representación teatral se mantiene.

Claro, puede que continúe con el “relato”, pero ya se le ha quitado la máscara: el embelesamiento ha dejado de hipnotizarnos. La vida de este personaje sigue manifestándose pero el personaje en sí se ha quedado sin motivos para escapar de la película porque ya la ve como es realmente. La Unidad ya existe, tanto si hay en ella un guión que se está desarrollando como si no. Puede que el relato se mantenga pero se sabe que no es más que eso –un cuento-, y por eso se puede llevar una vida corriente.

Sin embargo, a quien está identificado con el personaje de la película, esa “vida corriente” le parece algo extraordinario: esa ausencia de tensión o de agitación existencial le parece algo extraordinario.

Si se produce una ausencia repentina de autoconciencia, es probable que el desahogo brote en forma de éxtasis, por ejemplo. Sin embargo, en lo que aparece ahora en forma bajo la forma de “lo corriente”, ya no existe motivo alguno para buscar esa dicha suprema ni nada más: la búsqueda ya ha sido desenmascarada. Todo forma parte del guión de la película. En ese desahogo, no hay ninguna necesidad de buscar nada.

¿Ese desahogo es, en parte, un reconocimiento de que no hay nada que hacer ni nada que se pueda hacer?

Todo es perfecto tal y como es, de por sí. A ese “yo” que se pondría a hacer algo ya se le ha quitado la máscara. Cuando acaba esa búsqueda de algo que hacer, de alguna forma para cambiarlo todo, no se crea o se genera el desahogo o la paz interior: es algo que ya existe de por sí pero ha estado velado por el embelesamiento.

Nathan Gill

domingo, 2 de octubre de 2011

Diálogo 3.21

Cuando uno está en esto de forma permanente, ¿se incrementa la comprensión intelectual con el paso del tiempo?

La comprensión intelectual no se incrementa: la comprensión queda obsoleta. La comprensión intelectual sólo existe desde el punto de vista de la identificación con el personaje. Cuando en el guión de la película se empieza a introducir el "saber" innnato de cuál es tu verdadera naturaleza, en un principio aparece en forma de búsqueda y de comprensión intelectual; sin embargo, progresivamente, el guión se empapa de un "saber" intrínseco y, entonces, ya no hay ninguna necesidad de comprender.


Simplemente forma parte del cuento.

Sí, desde el punto de vista del personaje de la película, la comprensión intelectual lo es todo: le da la sensación de que tiene que "entender" muchas cosas pero, en realidad, no es más que el reconocimiento de su verdadera naturaleza que está impregnando el guión por medio de la comprensión intelectual. Cuando se revela el "saber" innato, ya no hay ninguna necesidad de entender nada y se ve que nunca la ha habido; que, en cualquier momento, uno se puede desprender completamente de la autoconciencia y que todo eso no tiene ninguna importancia. Por tanto, no hay ninguna necesidad de entender nada. La comprensión intelectual es el guión de la película.

Cuando reconoces que tu verdadera naturaleza es Unidad –una sencilla presencia-, ¿qué necesidad tienes de entenderla? La presencia es lo que existe. Todo es tal y como es: los personajes que aparecen, las historias que se montan, los terremotos y las tragedias, las grandes alegrías y absolutamente todo lo demás. Ésa es la representación teatral, dentro de la cual, cuando se produce la identificación con el personaje, un montón de cosas pueden parecer importantes pero, en realidad, nada lo es. Sólo son importantes desde el punto de vista del guión de esa representación.

Nathan Gill

Diálogo 3.20

Siguiendo con este tema, digamos que se tiene una experiencia espiritual -que se alcanza el séptimo cielo, el éxtasis o lo que sea- y que eso es tan significativo como tomarse una taza de té, pongamos por caso. Pero, entonces, en esa realidad aparente, puede producirse una completa desaparición del ser.

¿Te refieres a lo que se llama autoconciencia psicológica?, ¿al "yo"?

Sí, a una desaparición total de esa contracción en forma de ser. Puede que dure algunos segundos, varias semanas, meses, o podría mantenerse permanentemente. Esa desaparición del ser resulta paradójica porque, por una parte, no tiene la menor relevancia mientras que, por otra parte, es de vital importancia, pues es la expansión máxima del ser para convertirse en todo.

La Conciencia ya es todo lo que existe. Por tanto, no se produce ninguna expansión máxima del ser para convertirse en todo. La "expansión" ya es lo que existe y la contracción del "yo" es aparente. Lo que sucede es un acto de desenmascarar al "yo" o al ser individual y, en consecuencia, deja de importar el "yo" si aparece o no el "yo", si la autoconciencia desaparece o no.

Ahora bien, para el buscador, esto adquiere una importancia tremenda, pues afecta a todo el guión de su personaje. En esta película, la Conciencia aparece en forma de todos los personajes y cada uno tiene un guión particular. Por tanto, en algunos de los personajes aparentes, puede que se produzca una desaparición ininterrumpida de la autoconciencia mientras que otros se mantendrán completamente identificados con el "yo".

Sin embargo, no tiene por qué producirse necesariamente una desaparición total de ese "yo" porque de lo que estamos hablando aquí es de desenmascararlo, es decir, de ver en qué consiste realmente, en lugar de pasar el tiempo esperando a que desaparezca. Cuando se le quita la máscara al "yo", surge un relax total en -y en calidad de- nuestra verdadera naturaleza.

Si ahora Nathan empezara a decir que vive en una ausencia total del "yo" y exclamase: "¡Ah! ¡Qué maravilloso! ¡Qué bonito!", y todo eso, en lugar de producirse esta escena en el guión de los personajes donde se integran cómodamente con las cosas tal y como son -al haberles quitado la máscara al "yo"-, daría la sensación de fomentar la búsqueda de la desaparición del "yo". Si empiezo a decir: "Aquí dentro ya no hay ningún "yo", sería como poneros delante de las narices la zanahoria dorada de lo que se ha dado en llamar "Iluminación" o "Despertar".

Lo que se está expresando aquí hoy es que únicamente existe el hecho de "estar despierto". Desde siempre, lo único que existe es ese "estar despierto" pero, dentro de ese "estar despierto", se produce el embelesamiento con el "yo". Cuando, sencillamente, se reconoce que el "yo" es un pensamiento más, no hace falta que desaparezca ni total ni permanentemente, y el hecho de que ese "yo" aparezca y desaparezca no representa ningún problema: no importa. Ya no hay ninguna búsqueda de lo mara villoso ni del éxtasis porque todo, de por sí, está bien. El desahogo que se revela al quitarle la máscara al "yo" resulta suficiente.

Nathan Gill

Diálogo 3.19

Entonces, cuando alguien con esa capacidad parece conservar una gran cantidad de "yo", ¿significa que, en su caso, no se ha producido la liberación?

Es que no hay ninguna liberación por encima de este estar despierto en el presente y de esta película de apariencias. Esta conversación actual -que es completamente hipotética- está brotando en este momento en forma de algo interesante que desvía o distrae la atención del presente. Se puede participar en cualquier conversación sobre este tipo de cosas y todo esto resulta interesante y divertido cuando se sabe de forma innata cual es nuestra verdadera naturaleza. Sin embargo, cuando se mantiene el embelesamiento por los pensamientos que surgen, todo esto vuelve a convertirse en algo grave y se tienen pensamientos como: “¿Estará iluminado de verdad o no? ¿Estará liberado? ¡Pues no lo tengo muy claro!”. Entonces, todos esos pensamientos se toman en serio, ¿me explico?

Desde luego 

La liberación se adjudica a otro personaje que esta “ahí delante”: “¡Ese personaje esta liberado… y yo no consigo liberarme! ¡Fíjate lo que es capaz de hacer… y todas esas frases iluminadas que nos dice!”. Por tanto, se trata de otra forma que adapta el olvido de nuestra verdadera naturaleza. Al involucrarnos en el relato, pasamos por alto el presente y, en el cuento, surgen todo tipo de personajes pintorescos que parecen estar o no “iluminados”. Es lo que tiene de espectacular esta obra de teatro.

Nathan Gill

Diálogo 3.18

Hace poco, alguien me habló de la corriente del "Aquí no hay nadie", me decía que conlleva cierta sensación de apatía y que, en cambio, lo que tiene que haber es una clara sensación de energía.

La película de la Conciencia aparece con tantas formas distintas como personajes hay. En algunos casos, hay una búsqueda de toda la espectacularidad y despliegue de la energía mientras que, en otros casos, basta con una charla como ésta que sirve como recordatorio para producir un reconocimiento instantáneo de nuestra verdadera naturaleza, sin necesidad de fuegos artificiales...

Entonces, toda esa gente que transmite shakti, ¿lo hacen porque intentan provocarlo?

No, no hay un personaje interno ni ningún "yo": sólo hay un sentimiento de unicidad. El hecho de que uno escoja o haga algo, lo que sea, es absolutamente ilusorio. Se trata de un guión, de un cuento que surge en forma de pensamientos. Todo brota de forma absolutamente espontánea. En cierto modo, se podría comparar con los sueños que tenemos al dormir, que brotan de ninguna parte.

En esta película de la vida, hay personajes con una aparente capacidad de manipular la energía, y coinciden con otros que siguen identificados con su personaje. Desde el punto de vista de esos personajes, se mantiene la idea de "estoy transmitiendo esa energía" en lugar de percibirlo como algo que, simplemente, forma parte del guión.

Nathan Gill