Yo no puedo percatarme de que existe la consciencia, con su
contenido, ¿verdad?
No, percatarse es un hecho espontáneo, propio del desarrollo
de la película de la vida, mediante el cual reconocemos la Unidad –nuestra verdadera
naturaleza- sirviéndonos del personaje del guión. El embelesamiento con el
contenido queda evidenciado: se reconoce que la consciencia existe simultáneamente
con su contenido, los dos aspectos de la Unidad.
Sí, porque, si no existiera la consciencia, el contenido no
podría existir. Esta pared no existiría si no hubiera consciencia de ella.
Sí, pero lo más importante es que surgen de forma simultánea.
Son, sencillamente, dos aspectos de una sola cosa: Unidad, la Plenitud. ¡Es la pared
que se está viendo a sí misma!
Efectivamente, pero tú ya has vivido, con anterioridad, en
el mundo y lo veías como yo lo veo ahora, ¿verdad?
Bueno, “nosotros” somos apariciones de la Unidad. De este lado, no se ve
nada de forma distinta. Lo único que sucede es que a los pensamientos se les ha
caído la máscara. El embelesamiento con ese aspecto de la Unidad que constituye el
contenido ha dejado de ser el tema exclusivo. Todo lo que aparece sigue viéndose
igual, sólo que el relato mental ha pasado a formar parte del paisaje en lugar
de ser un “filtro” –como resulta ser cuando existe la identificación con el “yo”-.
Algo así como parecer que eres una persona, un individuo,
que está mirando a una pared.
Exacto.
¿Tú has experimentado eso?
Aparentemente, eso sigue siendo igual ahora. Esa sensación
de separación, de que una persona está mirando a una pared, resulta funcional:
funcional dentro de la obra de teatro, como parte del guión. Sin esa aparente
distancia y separación, la obra no podría representarse.
De acuerdo. Por tanto, ¿no hay nada malo en sentir que se
está mirando una pared?
En absoluto.
Nathan Gill