Da la sensación de que ese “relax”, ese desahogo, aporta una
espontaneidad, un no tener que plantearse si puedo hacer esto o debo hacer lo
otro, sino que sólo existe el fluir natural de todo lo que sucede, incluidas
ciertas cosas que, desde luego en mi caso, jamás me habría imaginado que iba a
hacer porque habría pensado: “Soy incapaz de hacerlo. ¡Hay demasiada gente aquí
y yo soy incapaz de hablar en público!”… Ahora lo que sucede es que hay cosas
con las que se fluye con toda naturalidad, sin que el “yo” empiece a decir: “Soy
incapaz de hacerlo”…
Sí, esa historia del “yo” que dice: “Soy incapaz de hacerlo”
se desarrolla al mismo tiempo que lo que sucede realmente. Cuando le quitamos
la máscara al relato mental, esa historia puede continuar pero ya no nos la
creemos, por lo que todo resulta más espontáneo.
A veces te das cuenta de que encajas perfectamente en algo
y, entonces, te viene el pensamiento de que eso no te habría pasado antes. No sucede
necesariamente todo el tiempo, sino que se vislumbra de vez en cuando.
Sí, claro.
Nathan Gill