domingo, 25 de marzo de 2012

Diálogo 6.19


Ya no tengo más preguntas. Si te paras a pensar, te das cuenta de que es imposible que se puedan plantear más preguntas. Dicho de otro modo, hacer preguntas no es más que una forma de llegar a la conclusión de que te has quedado sin preguntas.

Exactamente, así es. De hecho, no existen respuestas, como tal, a las preguntas. Las respuestas que se dan no aclaran realmente las preguntas sino que lo que hacen, en realidad, es minarlas.

Desde el punto de vista del personaje que está involucrado en su búsqueda, las preguntas suelen tratar sobre el “yo”, sobre qué puede hacer para iluminarse o sobre cómo superar algunas dificultades que encuentra en el guión. Sin embargo, lo que sucede en realidad es que todas esas preguntas quedan minadas: aquí se apunta hacia aquello que ya existe y que es anterior al guión del “yo”. Es entonces cuando ese muelle se va destensando y las preguntas acaban desapareciendo. La vida es tal y como es.

El que hace la pregunta y la pregunta misma se fusionan en una misma cosa.

Ya lo son.

¡Tienes razón! (Se ríen.)

Diálogo 6.18


¡Ya ha vuelto!

¿Qué ha vuelto?

El hecho de recordar. (Se ríe.) Cuando se produce el hecho de recordar, obviamente hay toda una serie de sensaciones placenteras que van asociadas a él.

Sí, desahogo, facilidad. Algunos personajes se sienten muy dichosos.

La película es muy interesante.

Cuando se ve como una película, desprovista ya de todos esos dilemas personales que suelen orbitar a su alrededor, claro que resulta interesante. Es todo un espectáculo, ¿verdad?

¡Desde luego! ¡Es todo un espectáculo!

Se sigue apareciendo en forma de personaje del espectáculo pero sin esa implicación por intentar “llegar” a algún sitio o “conseguir” algo.

Exacto.

La consciencia y el  contenido que brota en el momento presente siempre están aquí mismo, ahora mismo. En este momento, hay constatación de todo eso además de esta habitación con dos personajes dentro. Eso es todo. Entonces, puede que surjan pensamientos y, si no están desenmascarados, uno queda embelesado por el relato mental.

¡Ojalá pudiera acordarme de todo esto!

“Tú” no puedes acordarte pero puede suceder que se recuerde.

Diálogo 6.17


¿Y no hay nada aparte que contemple todo eso?

No, está lo que parece ser un personaje, pero su historia personal ya no se toma en serio. Se sigue viviendo la vida desde la forma de ese personaje pero sin identificarse con él, como antes. No tiene por qué haber un desenmascaramiento “final” y “completo”. Quizás lo que hay es un desarrollo progresivo de esa visión desenmascarada y una menor implicación en el guión.

La vida se vuelve entonces más fácil.

Sí, se nota una especie de facilidad.

Y con eso basta.

Sí.

En tu caso, al llegar a ese punto, ¿te olvidas de algo?

Ya no hay preocupación por tener que olvidar algo. Ya no hay identificaciópn con el guión. Se proyecta la película pero el guión ya ha perdido esa capacidad de embelesamiento.

¿La película se proyecta?

La película de la vida se proyecta pero ya no hay ningún impulso por hacer algo al respecto. Cuando reconocemos nuestra verdadera naturaleza, esa Unidad o Conciencia aparece, en el momento presente, en forma de este personaje. Uno ya no anda por ahí diciendo: “Soy Conciencia que se manifiesta  con la forma de este personaje”, sino que, sencillamente, lleva una vida corriente.

¿Aunque se tenga problemas de salud?

O aparentes dificultades o lo que sea. Por supuesto.

Diálogo 6.16


Yo creía que los sentimientos eran producto de los pensamientos.

No, nada es el resultado de nada. Todas estas imágenes aparecen en el presente y se constatan en el presente, pero una no lleva a la otra: eso es el embelesamiento. Lo único que hay es una serie de imágenes que surgen, que parecen crearse unas a otras y que parecen estar entrelazadas.

Pero imaginemos que podemos desenmarañar todo eso y que, por un momento, dejamos los pensamientos al margen. Quitamos a los pensamientos de la escena y dejamos sólo los sentimientos. Lo único que queda entonces es una sensación: puede parecer que se siente en la zona del estómago, puede expresarse mediante el llanto o de otra forma, en otra parte del cuerpo… pero, sin la participación simultánea de los pensamientos, no suele durar mucho.

De hecho, el relato mental es lo único que parece prolongar esas sensaciones “más allá” del presente –hacerlas durar- y a eso le ponemos la etiqueta de “sufrimiento”. Es una historia con una infinita capacidad de distracción de la atención. Sin embargo, cuando se ven todas esas imágenes con objetividad, pierden su poder de embelesamiento: puede que sigan brotando potentes sentimientos pero ya no tienen la capacidad de distraernos. El relato mental que los acompaña queda desenmascarado.

Diálogo 6.15


Da la sensación de que hay cosas que distraen más que otras.

Claro, al surgir el contenido de la consciencia, aparecen todo tipo de imágenes, tanto imágenes que vemos como pensamientos, sensaciones o sentimientos a los que pegamos la etiqueta de “emociones”. Ese cuento nos cautiva muy intensamente no sólo cuando hay una historieta que está desfilando delante de nosotros sino cuando surgen los sentimientos. Los sentimientos son muy absorbentes y, en apariencia, se mezclan con el relato mental. Sin embargo, visto con objetividad, lo que hay es un relato mental con una serie de sentimientos que aparecen a su lado simultáneamente.

Entonces, ¿el pensamiento es lo primero?

No, no necesariamente.

domingo, 4 de marzo de 2012

Diálogo 6.14

Ajá… Y si de repente te marchas, por ejemplo, y empiezas a viajar por todo el mundo o lo que sea, ¿no tendrías la sensación de que te estás observando a ti mismo, en cierto modo?

No, sólo existe ese vivir con forma de personaje.

Y el cuento ya no existe.

Existe el hecho de que la vida se desarrolla en forma de este personaje pero no hay conexión alguna con un cuento pasado o futuro. Existe el acontecimiento presente, igual que sucede con los demás personajes.

No hay ninguna diferencia. De hecho, uno no sabe qué va a suceder más allá de lo que existe aquí mismo, ahora mismo.

No, no hay más que el presente. No existe nada que vaya a suceder. Todo está sucediendo en el presente, tanto aquí como en todos y cada uno de los personajes. Pero, allá donde surge un “yo”, surge una proyección hacia un futuro en el que sucederá algo, en el que uno se “iluminará”, se “liberará”, se casará, se comprará un coche nuevo o lo que sea; y también hay una proyección hacia el pasado: la infancia del personaje, su crecimiento y todo lo demás.

¿Y la memoria es ese cuento del pasado?

Aparecen pensamientos con la etiqueta de “pasado”, cuyo contenido parece hacer referencia a una versión anterior de ese personaje. Pero, evidentemente, no es más que un cuento que aparece en el momento presente. Sólo existe el presente, presente que, quizás, se centra en el relato de recuerdos con el que se embelesa.

Diálogo 6.13

Cuando se produce el “reconocimiento”, ¿disminuye el deseo de salir afuera y “hacer” cosas en el mundo?

Varía según el personaje. Evidentemente, ya no hay una agenda que cumplir pero puede haber una historia en la que, aunque el personaje queda desenmascarado, sigue estando ocupado haciendo cosas.

¿Sigue teniendo una vida agitada?

Podría ser, claro… aunque al personaje también podría gustarle quedarse sentado contemplando el paisaje.

Ya… Yo me veo muy bien haciendo lo segundo. (Se ríen.)

Pues venga, empieza ya.

¡Pero si ya lo hago! Me han dicho que la pereza se parece mucho a la Iluminación.

¡Me apunto! (Se ríen.)

¿Tienes la sensación de que alguien está viviendo a través de ti, literalmente? ¿Eres consciente de eso?

Sólo existe la Conciencia que se manifiesta en forma de todos y cada uno de los personajes, pero no a través de ellos porque eso implicaría una forma sutil de separación. Estos dos personajes que están sentados aquí constituyen la configuración actual de la Unidad.

Y, aparte de esto, no hay nada más.

Exacto: sólo existe esto.