Ajá… Y si de repente te marchas, por ejemplo, y empiezas a
viajar por todo el mundo o lo que sea, ¿no tendrías la sensación de que
te estás observando a ti mismo, en cierto modo?
No, sólo existe ese vivir con forma de personaje.
Y el cuento ya no existe.
Existe
el hecho de que la vida se desarrolla en forma de este personaje pero
no hay conexión alguna con un cuento pasado o futuro. Existe el
acontecimiento presente, igual que sucede con los demás personajes.
No hay ninguna diferencia. De hecho, uno no sabe qué va a suceder más allá de lo que existe aquí mismo, ahora mismo.
No,
no hay más que el presente. No existe nada que vaya a suceder. Todo
está sucediendo en el presente, tanto aquí como en todos y cada uno de
los personajes. Pero, allá donde surge un “yo”, surge una proyección
hacia un futuro en el que sucederá algo, en el que uno se “iluminará”,
se “liberará”, se casará, se comprará un coche nuevo o lo que sea; y
también hay una proyección hacia el pasado: la infancia del personaje,
su crecimiento y todo lo demás.
¿Y la memoria es ese cuento del pasado?
Aparecen
pensamientos con la etiqueta de “pasado”, cuyo contenido parece hacer
referencia a una versión anterior de ese personaje. Pero, evidentemente,
no es más que un cuento que aparece en el momento presente. Sólo existe
el presente, presente que, quizás, se centra en el relato de recuerdos
con el que se embelesa.