lunes, 22 de noviembre de 2010

Epílogo


Lo que buscamos desde el principio es, ni más ni menos, la búsqueda misma. El objetivo o la recompensa final resulta ser lo que ya es: no hay nada que encontrar ni nadie para encontrarlo. Hay consciencia sin un individuo consciente. Desde el principio, tú te has gastado tu propia broma cósmica. El esplendor de todo lo que aparece allá donde mires y busques no es más que tu propia obra teatral o tu propio sueño de existencia. Aunque no existe nada ni nadie, hay consciencia en la que todo aparece, incluida esta forma de hombre o mujer corriente. Tú estás –siempre has estado- completamente despierto, consciente y presente, aunque embelesado por tu propia obra cósmica.

Nathan, el personaje, buscaba la Iluminación para escapar de lo que adoptaba la forma de problemas, pruebas y aburrimiento en la vida cotidiana. La vida cotidiana continúa, aunque ya sin distraerlo del presente. La búsqueda de lo extraordinario ha concluido: la vida es tal y como es.


Nathan Gill