lunes, 4 de julio de 2011

Pequeño diálogo con Nathan Gill



No deja de ser una paradoja que el hecho de reconocer nuestra verdadera naturaleza no revista ningún mérito en absoluto.

Sí, sólo tiene “mérito” desde el punto de vista de la identificación con el personaje.

Entonces, uno “ve” que, simplemente, forma parte de la película que se está proyectando en esta habitación, en este momento.

Sí, pero no es el personaje quien lo ve: no es “alguien” que lo ve.

Entonces, ¿no reviste ningún mérito?

No, ése es el guión: que hay un mérito. Ésa es la película.

¿No hay buscador? , ¿no hay camino?

No, sólo en apariencia.

Entonces, ¿ya no hay más entusiasmo?

Puede haber entusiasmo y puede no haberlo. A menudo, lo que se entiende por entusiasmo es esa esperanza de “despertar” o de “iluminarse” proyectándose sin cesar como un plan de futuro: el “subidón” de asistir a distintas reuniones, de comprarse un libro nuevo, de buscar el nirvana…

No obstante, sentada en esta silla, está brotando una insatisfacción por lo que está sucediendo en este momento a causa de todo lo que le han ido contando a una durante toda la vida hasta ahora: las expectativas, las esperanzas, el camino, el buscador y todo tipo de escenarios. Pero, en realidad, no hay nada… y eso le deja a una abatida… incluso, tremendamente abatida, casi completamente desolada… no resulta agradable.

Lo que tú llamas “abatimiento” no es más que la paz y el desahogo que siempre ha existido. Lo que ocurre es que ahora han sido despojados del “entusiasmo” de la búsqueda, las esperanzas, el esfuerzo, el progreso… Ahí se está produciendo ahora ese desmoronamiento de la identificación con el personaje: quizás, al principio, no parezca suficiente con dejarse descansar en la existencia y ese “abatimiento” sea una forma de llorar la pérdida de esa aventura de capa y espada que constituye la búsqueda.
Lo único que se busca es un desahogo que ya existe aquí mismo, pero uno está sumido en la apasionante búsqueda del desahogo en lugar de descansar siéndolo.
En lo que se refiere al desmoronamiento de la identificación con el personaje, hay veces en que el “yo” no queda completamente desenmascarado y esa asunción del personaje se acompaña de cierta sensación de estar incompleto: sientes que te falta algo. Sin embargo, en cuanto se produce un movimiento en busca de la Plenitud, el “yo” queda desenmascarado. Como se deja de considerar que la búsqueda de la Plenitud es una posibilidad, el “yo” vuelve a desmoronarse. Algunos denominan a esto “estar en el desierto”; su misma idea, de por sí, se convierte en otro enfoque para los pensamientos: el “juego de la espera” como parte del guión. “Estoy en el desierto”, como una versión más de la búsqueda.

Todo lo que dices –todo lo que llevas diciendo toda la tarde- me parece muy bien, pero tengo el corazón vacío. El reconocimiento… Hablas de reconocimiento: intelectualmente, lo entiendo muy bien pero, si en algún momento he vislumbrado algo, ha sido con el corazón. Todo esto me parece estéril mientras que, anteriormente, se han producido en mí experiencias acompañadas de un impresionante entusiasmo, o de alegría, de amor, de sensaciones de ese tipo… y de un alivio tremendo.

Sí, por supuesto. Todo eso corresponde a la película multicolor de la vida. Cuando se ve que todo son, sencillamente, escenas de la película que surgen en el momento presente, todo está permitido: la alegría, el amor… aunque también el desencanto.

Es como si fueras un paisaje y, cuando desaparece toda la frondosidad de la vegetación, no hay más que desierto. No es más que un paisaje, ¿verdad?

Sí, el “paisaje” es una buena analogía. A veces, en el paisaje hay alegría, otras veces, hay desolación. A veces, está verde y, otras, pardo.

Cuando se está inmerso en la película, las experiencias de dicha constituyen “la respuesta”, la escapatoria, mientras que las experiencias horribles son aquello de lo que intentamos escapar.

Eso es, exactamente, mientras que, en cada momento presente en que queda desenmascarada la inmersión, se desmorona y es percibida como consciencia y contenido de la consciencia: la Plenitud, la Unidad, la Presencia, Lo-Que-Es.


Nathan Gill