Mientras escucho esta charla, lo tengo todo claro: lo
reconozco y me siento genial. Pero, entonces, suena el teléfono o voy a
una cena y vuelvo a meterme en el “yo”. ¿Por qué no permanece la
claridad anterior? Sé que está aquí permanentemente pero los nubarrones
del “yo”, el “yo”, el “yo”… son densos y vienen muy rápido. Tanto tú
como otras personas decís que no es necesario realizar prácticas
espirituales. No es que yo realice ninguna práctica pero me lo estoy
planteando porque, la mayor parte del tiempo, me siento atrapada. ¿Hay
algo que funcione para que una pueda sentir su verdadera naturaleza?
No. (Todos ríen.)
Ese
“yo” –ese pensamiento del “yo” que lleva a cuestas esos otros
pensamientos de sacar a la luz tu verdadera naturaleza- es una película,
una aparición en tu verdadera naturaleza. Aparentemente, esta película
trata del reconocimiento de la Unidad, de abandonarse en el desahogo de
la existencia que, de por sí, es lo único que existe pero que,
simplemente, se reconoce por medio de esa película.
Te
entiendo perfectamente, pero mi experiencia de la vida no acaba de
coincidir con eso. Mi vida transcurre principalmente sumida en ese
“olvido” y, a veces, las nubes se retiran durante un tiempo. Es cierto
que muchas veces la luz recae sobre ese objeto autodenominado el “yo”
pero, cuando salgo por ahí, mi verdadera naturaleza queda velada.
Ese
recordar y olvidar es la película. Es posible que aflore el desahogo de
si el “yo” existe o no. Cuando aparece, sencillamente queda
desenmascarado: ya no se le toma en serio.
Entonces, cuando surge, te paras y te quedas mirándolo.
Puede que suceda eso como parte del guión.
¿Es algo natural, como la autoindagación, que se produce de forma natural?
Sí,
como todo, sucede de forma natural, de forma espontánea. Puede que
suceda algo denominado “autoindagación” o “investigación del yo” pero no
existe un sujeto que se indague o investigue.
Cuando este mensaje
empieza a introducirse en el guión de la película, la búsqueda comienza
a diluirse y se siente alivio y desahogo, pero no hay una respuesta a
los problemas aparentes que se plantean en el guión. Mientras se asuma
que tu naturaleza es ese “yo”, se intentará afrontar los problemas y
solucionarlos –y por cada problema que se solucione surgirá otro nuevo-.
La verdadera paz o el verdadero alivio sólo se revela cuando empieza a
aflorar el reconocimiento de tu verdadera naturaleza porque, aunque siga
habiendo “problemas”, ya no te identificas con ellos.
Nathan Gill