martes, 22 de noviembre de 2011

Diálogo 5.8

Mientras escucho esta charla, lo tengo todo claro: lo reconozco y me siento genial. Pero, entonces, suena el teléfono o voy a una cena y vuelvo a meterme en el “yo”. ¿Por qué no permanece la claridad anterior? Sé que está aquí permanentemente pero los nubarrones del “yo”, el “yo”, el “yo”… son densos y vienen muy rápido. Tanto tú como otras personas decís que no es necesario realizar prácticas espirituales. No es que yo realice ninguna práctica pero me lo estoy planteando porque, la mayor parte del tiempo, me siento atrapada. ¿Hay algo que funcione para que una pueda sentir su verdadera naturaleza?

No. (Todos ríen.)
Ese “yo” –ese pensamiento del “yo” que lleva a cuestas esos otros pensamientos de sacar a la luz tu verdadera naturaleza- es una película, una aparición en tu verdadera naturaleza. Aparentemente, esta película trata del reconocimiento de la Unidad, de abandonarse en el desahogo de la existencia que, de por sí, es lo único que existe pero que, simplemente, se reconoce por medio de esa película.

Te entiendo perfectamente, pero mi experiencia de la vida no acaba de coincidir con eso. Mi vida transcurre principalmente sumida en ese “olvido” y, a veces, las nubes se retiran durante un tiempo. Es cierto que muchas veces la luz recae sobre ese objeto autodenominado el “yo” pero, cuando salgo por ahí, mi verdadera naturaleza queda velada.

Ese recordar y olvidar es la película. Es posible que aflore el desahogo de si el “yo” existe o no. Cuando aparece, sencillamente queda desenmascarado: ya no se le toma en serio.

Entonces, cuando surge, te paras y te quedas mirándolo.

Puede que suceda eso como parte del guión.

¿Es algo natural, como la autoindagación, que se produce de forma natural?

Sí, como todo, sucede de forma natural, de forma espontánea.  Puede que suceda algo denominado “autoindagación” o “investigación del yo” pero no existe un sujeto que se indague o investigue.
Cuando este mensaje empieza a introducirse en el guión de la película, la búsqueda comienza a diluirse y se siente alivio y desahogo, pero no hay una respuesta a los problemas aparentes que se plantean en el guión. Mientras se asuma que tu naturaleza es ese “yo”, se intentará afrontar los problemas y solucionarlos –y por cada problema que se solucione surgirá otro nuevo-. La verdadera paz o el verdadero alivio sólo se revela cuando empieza a aflorar el reconocimiento de tu verdadera naturaleza porque, aunque siga habiendo “problemas”, ya no te identificas con ellos.

Nathan Gill