jueves, 17 de marzo de 2011

Diálogo 2.10


Entonces, la revelación de nuestra auténtica naturaleza es un cuento más de la representación teatral: esa búsqueda de lo que uno es realmente.

Sí, el surgimiento del pensamiento del “yo”, que se asimila como propio, conlleva una especie de tensión inherente. Es como un muelle, que permite que todo el engranaje siga funcionando, y ésa es la búsqueda de la Plenitud en todas y cada una de sus formas.

Sí, ésa es la sensación que da, es tremendo. Entonces, y voy a repetir lo que he oído por ahí, ¿se tiene cierta sensación de desprendimiento del “yo” aunque no hay un individuo que se desprenda de él?

Así es.

El individuo que suelta ese muelle no existe.

No hay más que el hecho de “soltar”, que en la película aparece como algo gradual. Empieza a brotar una mezcla de ligereza y desahogo o, más bien, empieza a revelarse. Hay momentos en los que el “yo” queda desenmascarado y otros en los que no es así pero, progresivamente, se va afianzando el estado en el que el “yo” queda desenmascarado de forma natural.

¿Se acaba marchitando por sí solo?

Se le cae la máscara, se ve qué es realmente y, por eso, pierde toda capacidad de embelesar.


Nathan Gill